República de las Letras

ARBEIT MACHT FREI

El genocidio perpetrado por los nazis está ahí, a la vuelta de la Historia. Vale la pena conocerlo

Se han cumplido los 75 años de la liberación del campo de prisioneros de Auschwitz. Se trata de un extenso complejo de campos de concentración y el primero y mayor -y el más conocido, junto con Mauthausen- de los campos de exterminio construidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Situado en las proximidades de Cracovia, Polonia, su capacidad era de cien mil prisioneros y en él murieron, entre 1940 y 1945, un millón y medio de hombres, mujeres y niños, casi todos judíos, aunque también gitanos, comunistas, disidentes y otros.

Sólo un diez por ciento de los allí internados sobrevivió. En Auschwitz fue recluida, entre muchos otros prisioneros conocidos y reconocidos en la Historia, Ana Frank, la niña autora del famoso diario, que murió de tifus. Allí fue también donde actuó el monstruoso Josef Mengele. En enero de 1945, ante la inminente llegada de los soviéticos, los nazis evacuaron Auschwitz. El 27 de ese mes ocho mil prisioneros que quedaban fueron liberados por el Ejército Rojo.

Lejos de pasar página o tratar de eliminar de la Historia lo sucedido en Auschwitz, Alemania ha convertido el lugar en un monumento a la Memoria Histórica y ha creado el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau.

El complejo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979 por ser uno de los lugares de mayor simbolismo del Holocausto o Shoah.

Existe en la actualidad una corriente negacionista del Holocausto Judío que pone en duda la existencia real de los campos de exterminio nazis. Acusan a los aliados, especialmente a los soviéticos, de la creación de una especie de leyenda negra y de la invención de los campos con el fin de culpar a Alemania y a los alemanes del terrible capítulo del genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial.

Naturalmente, sus argumentos se basan en falacias y mentiras, falsedades que son aceptadas como verdades por los actuales neofascismos emergentes en algunos países europeos. Lo cierto es que cualquiera puede hoy recorrer Auschwitz o Mauthausen, leer las conclusiones de los Juicios de Núremberg o visitar el Museo del Holocausto en Jerusalén, donde estuvo recientemente el rey de España, Felipe VI.

El genocidio perpetrado por los nazis está ahí, a la vuelta de la Historia, de nuestra historia.

Y vale la pena asumir el trabajo de conocerlo. Porque, como decía en el frontispicio de Auschwitz, Arbeit macht frei, ese trabajo os hará libre.

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