Carta del Director/Luz de cobre

AVE Almería-Murcia, ¡que manera de mentir!

La propaganda logra sembrar entre los ciudadanos dudas razonables, como para recelar de las certezas

últimos días en Berlín es el reciente libro de Paloma Sánchez Garnica, finalista del Premio Planeta 2021. En él, la autora que estará en Diario de los Libros que este periódico organiza el 13 de enero, nos regala una emocionante historia de amor y guerra, de lucha y supervivencia, que traslada a los lectores hasta los años de la Revolución Rusa y a una Alemania arrasada por el nazismo.

Todo esto tiene su sentido, aunque los haya podido despistar al inicio, para hablarles del AVE entre Murcia y Almería, aunque no lo crean. La trama, Sánchez Garnica nos la plantea señalando algunos de los principios de propaganda de Goebbels. Cualquiera de ellos puede ser válido para centrarme en lo que nos ocupa. Pongamos por ejemplo aquel que dice: "repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad". Aunque no es cien por cien efectiva, al final se logra sembrar entre los ciudadanos la duda razonable, suficiente como para recelar de las certezas.

Hablemos de ellas. La primera es que el Gobierno aprobó para 2021 una inversión de casi 590 millones de euros para las obras del AVE, que un día nos debe unir con Murcia. Hasta aquí nada que objetar. Al contrario. Aquellos que aquí habitamos nos las prometimos felices porque, por primera vez en años, y después del parón de las obras que supuso el gobierno de Rajoy, a esta tierra se la trataba con el decoro y la responsabilidad que nos hemos ganado a pulso por seriedad, sostenibilidad, crecimiento económico y olvido secular, por poner algunos ejemplos.

El año comenzaba y las máquinas no llegaban al tajo. Nos repetían una y otra vez -aquí está lo de la propaganda- que la inversión se iba a llevar a cabo, aunque en el tajo sólo había matorral, algún pequeño desmonte y albañiles al "merme" para justificar los trabajos. La escasa ilusión generada duró poco entre quienes creemos que esta tierra se merece, al menos, que no se nos mienta. Pero ahí no quedó la cosa. Pasan los meses y lo que eran obras en vía lenta se transformaron en obras en parada. La presión de la sociedad, una vez más, logró que quienes nos gobiernan trataran de "vendernos" licitaciones de tramos, alguna adjudicación y hasta la vuelta al trabajo con la rapidez deseada. Un espejismo. El año concluye, quedan cinco días, como lo empezamos. Una nueva inversión en presupuestos del Estado, reducida a la mitad, y un chequeo de las obras de la Cámara de Comercio, en el que se plasma una vez más y van... la alta capacidad de mentir y de propaganda que los gobiernos tienen.

La decepción se instala de nuevo entre los que creemos que esta tierra se ha ganado el derecho a que no se nos engañe ni una sola vez más. Que se pongan plazos de finalización de obras y se cumplan. Es una exigencia.

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