Carta del Director/Luz de cobre

El AVE de nunca acabar

El AVE entre Almería y Murcia es la pantomima más grande que ha tenido lugar en los años que llevamos del siglo XXI

La nueva convocatoria electoral ha despertado la voracidad y el apetito de los partidos políticos. Las obras del AVE son, una vez más, el plato elegido por unos y otros para tratar de arañar votos, en la creencia de que culparse de forma mutua del enorme fracaso que significa, que cinco años después de paralizarse los trabajos y tapiar los túneles, los pasos que se han dado no van más allá de la licitación de obras o la adjudicación de algún tramo. Todo muy vistoso, pero la realidad es que aún no hay una sola máquina trabajando en un proyecto que permanece adormilado por más que aquellos que gobiernan o los que ahora hacen oposición traten de despertarlo para jugar con él, en la partida de ajedrez que se han convertido las elecciones del 10 de noviembre. Creo que ha llegado el momento de decir basta. De no acumular más decepciones con una fecha, 2023, que todos sabemos de forma cierta que no se va a cumplir. Es tiempo de rebelarse contra quienes un día sí y otro también tratan de jugar con los sentimientos de los almerienses, con nuestro ego más o menos desarrollado y con nuestras aspiraciones, lícitas por otra parte, de exigir que nos dejemos ya de mentiras y pérdidas de tiempo para acoger y albergar realidades y hechos concretos, que nos alejen de la palabrería hueca y vana a la que acostumbran los advenedizos y los recién llegados al mundo de la política cortoplacista y mentirosa.

La provincia de Almería y los que aquí habitamos merecemos algo más. Sentimientos más nobles, realidades constatables y máquinas en el tajo. Todo lo que no sea eso, hay que llevarlo a la bolsa de los desperdicios, al cajón de sastre en el que cabe todo lo que no tiene valor.

Cinco años sin obras es demasiado tiempo para albergar alguna esperanza de que las apuestas y las promesas que escucharemos en los próximos días nos van a conducir por los railes de la esperanza, por la vía de la velocidad alta con la que en tantas ocasiones los que vivimos en esta esquina de la provincia hemos soñado para desterrar, de una vez por todas, el sentimiento de olvido, de lejanía y de desprecio, si me apuran, con el que nos despachan cuando los escuchamos.

Creo llegado el momento de no conformarnos con todo lo que nos digan, de evitar dar por válidas las palabras de quienes dicen buscar el interés general y están más preocupados por el suyo propio o el del partido al que pertenecen. Elementos, si me apuran, comprensibles, pero alejados de lo que en realidad necesita Almería.

El AVE es el sueño de una tierra noble, la certeza de una lucha emprendida en los últimos años del siglo XX y la pantomima más grande que ha tenido lugar en los años que llevamos de siglo XXI. Un futuro incierto, una realidad muy cuestionable y un fracaso, con todas las letras, de quienes dicen defender y trabajar por nuestros problemas.

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