El callejón del gato

AZNAR INCOMBUSTIBLE

No tiene nada de extraño que aparezcan desaprensivos manifestándose apiñados y sin mascarilla

No vi en directo la entrevista que el periodista Jordi Évole le hizo al expresidente de gobierno José María Aznar porque entiendo que no merece la pena dedicar un minuto a soportar el engreimiento de nadie que cuando habla lo haga mirando por encima del hombro, aunque tratándose del personaje en cuestión, a veces sus poses artificiosas provocan la risa. Pero después de leer varios artículos dedicados a la retransmisión me picó la curiosidad y, teniendo en cuenta el tiempo que nos sobra por culpa de la pandemia, que no nos permite desarrollar actividades que traspasen la frontera de lo imprescindible, al día siguiente pulsé el mando a distancia hasta que apareció en pantalla el programa de Jordi Évole. Pude comprobar que todas las críticas que había recibido el entrevistado sobre las mentiras que había soltado sin pestañear, se ajustaban a la realidad. Lo cierto es que a mí no me causaron extrañeza sus aseveraciones sobre el desconocimiento que tuvo de la corrupción que se practicaba en el partido que presidía, ni su persistencia en la versión fraudulenta, que nos transmitían desde el balcón de Génova, sobre la autoría de los atentados del 11-M en la estación de Atocha. Tampoco me extrañó que no pusiera la mano en el fuego por Mariano Rajoy ni por nadie que no fuera su propia persona. Todas esas posiciones no son nuevas y yo las habría adivinado sin necesidad de esperar la respuesta que le hiciera un José María Aznar incombustible al periodista. Pero tengo que reconocer que hubo dos momentos de la entrevista que superaron mis expectativas cuando nos reveló, flotando en una nube de incienso, las peticiones que le hicieron y le siguen haciendo a su ilustre persona. El primero fue cuando, a raíz de la pregunta sobre la posibilidad de que vuelva a presidir el gobierno, dijo sin pestañear: "Mire, no ha pasado ningún día desde el año 2004 en el que alguien no me haya pedido que vuelva. Ninguno". Para que nos vayamos enterando. El otro momento fue cuando el periodista mostró al presidente las imágenes en las que Bárcenas, Correa y "El Bigotes" desfilaban entre los invitados a la boda de su hija, sobre los cuales dijo, como era de esperar, que no los conocía de nada y que no eran invitados suyos. Pero lo bueno, a mi parecer, vino a continuación cuando le advirtió a Évole: "Se caería de la silla si supiera la cantidad de personas de España y de fuera que llamaron para ser invitados a esa boda". Y se quedó descansando.

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