Mi curiosidad por hurgar en la historia reciente de España, me lleva al libro de Luis Santos Gutiérrez, "De todo lo visible e invisible", donde describe los hechos acaecidos en Cabezuelas (término de Pelabravo), entre Calvarrasa y Santa Marta. Hoy sería imposible de silenciar un hecho de tal magnitud, como por entonces (solo una columna en la prensa local del día después). Este suceso ocurrió el 22 de agosto de 1935, era jueves, pasando casi desapercibido y que pudo cambiar el rumbo de los acontecimientos que se iban a precipitar en España un año después. En aquel verano, el que era jefe del Estado Mayor Central del Ejército salió ileso de un accidente de tráfico mortal. Se trataba del general Franco y su esposa, Carmen Polo.
El accidente tuvo lugar hacia las doce y cuarto del mediodía cuando el coche del dictador iba en dirección a Salamanca desde Madrid, siendo el destino Oviedo. En su interior viajaban junto al conductor del coche, un sargento del Centro Electrotécnico de Madrid, "persona de gran serenidad y de perfecto conocimiento del volante". En la misma dirección iban los jóvenes Agustín Ricardo Curto, de 24 años, y Matías Martín Cornejo, de 25 años, jornaleros y vecinos de Calvarrasa de Arriba, que desde Calvarrasa de Abajo se dirigían a su pueblo. Ambos venían de buscar trabajo.
A la altura del kilómetro 201, próximo al cruce que los malogrados tenían que tomar, al girar a la izquierda, el coche les arroyó. En el intento de evitar la colisión el coche derrapó, chocando contra un árbol y dando una vuelta de campana, quedando el coche bocarriba. Los ocupantes de vehículo resultaron ilesos, excepto Carmen Polo, que presentaba unas heridas en la cabeza de poca importancia.
Los heridos fueron trasladados a la Casa de Socorro de Salamanca, Ricardo Curto falleció en la colisión y su compañero fue trasladado al Hospital Provincial. Ambos jóvenes estaban bien considerado en el pueblo por ser laboriosos, honrados y gentes de bien, según la crónica de entonces. Al día siguiente, Franco y Carmen Polo, salieron de Salamanca sin que haya constancia de que se abriera diligencia alguna por aquel accidente, que podría haber tenido trágicas consecuencias para el general que once meses más tarde -julio de 1936- protagonizaría el golpe de estado que marcó la historia española.
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