Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Agitación y propaganda

En Andalucía se ha recuperado un clima de normalidad institucional que se echa de menos en Madrid

Mientras que en Madrid la política se ha convertido en un guirigay insoportable en el que cada bronca supera a la anterior y en la que el insulto, la boutade y el mal gusto hace tiempo que han sustituido a los argumentos, en Andalucía vivimos una especie de calma institucional en la que no se escucha una voz más alta que otra. Es una de las consecuencias que ha tenido la mayoría absoluta conquistada por Juanma Moreno en las últimas elecciones, que ha funcionado como un eficaz anestésico capaz de relajar las tensiones hasta hacerlas imperceptibles. Pero hay otras razones que explican la diferencia de ambiente entre lo que se vive día a día en la Carrera de San Jerónimo y el Hospital de las Cinco Llagas. Mientras aquí todavía estamos en la resaca de las últimas autonómicas en Madrid sólo se funciona en clave electoral, mirando tanto a las autonómicas y municipales de dentro de seis meses como a las generales que todavía no tienen fecha. Y en esa efervescencia electoral hay dos partidos, los últimos en llegar, que sólo conciben la acción política, a falta de mejores estrategias, como agitación y propaganda. Podemos y Vox están en el centro de todos los escándalos que día a día salpican la vida parlamentaria y que en los últimos meses la han convertido en un barrizal. La relación entre el PSOE y el PP no pasa por su mejor momento, pero todavía se pueden apreciar en ella elementos de respeto por el adversario que no se ven en los partidos que llegaron a la Cámara tras la crisis social y económica que se desató en 2008.

Hoy no hay motivos para afirmar que la ruptura del bipartidismo haya mejorado nuestra vida institucional. Todo lo contrario: la entrada de los extremismos en el Parlamento, tanto de izquierda como de derecha, ha empobrecido el debate y lo ha degradado. La única virtualidad que pudo tener en su momento fue la aparición de una fuerza de centro, Ciudadanos, capaz de hacer de bisagra entre los dos grandes. Pero sus muchos errores la han condenado a la desaparición.

Las consecuencias están a la vista. En Andalucía hasta cierto punto se ha recuperado ese espíritu de normalidad política que se echa en falta en la vida nacional. En el debate de Presupuestos, por ejemplo, aquí se habla de las medidas que se contemplan en las cuentas y de las enmiendas de la oposición que el Gobierno terminará aceptando. No de temas que nada tienen que ver con el destino del dinero que se va a gastar el Gobierno. Aun dando por hecho que en el transcurso de la legislatura este clima tendrá rupturas y dientes de sierra, habrá que concluir que cuando el debate se impone al vocerío avanzar es más fácil.

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