Agujeros en el agua

Y pasamos como si nada, del dato publicado de que soportamos un déficit anual superior a los 200 Hm3 anuales

Paso a sumarme hoy, siquiera algo demorado y de reojo, a la celebración, el pasado lunes, del Día Mundial del Agua, evento glosado de forma admirable por un suplemento especial que publicó este Diario el día 22, y que confío hayan disfrutado, porque analizaba toda la temática del agua, cuyo culto y tecnificación, nadie lo dude, ha sido el factor más determinante para que Almería dejara de codearse con las rentas per cápita más precarias del ranking nacional. Aunque como todo factor trascendente, su control, su distribución y consumo, al decir del director de este medio, opera como un eje sobre el que gira el poder: quien tiene la llave de paso, esa que se abre o se cierra según convenga, lleva ventaja. Una dimensión oscura del universo hídrico, politizado como todo, aunque la mayoría de consumidores, inexpertos y neciamente confiados, al menos los urbanitas "grifoadictos", ni atisbamos, ni parece preocuparnos, a pesar de la trascendencia salutífera y económica de tener garantizada la cantidad y calidad de ese tesoro líquido que nos dé una vida digna. Y pasamos como si nada, del dato publicado de que soportamos un déficit anual superior a los 200 Hm3 anuales, que nunca van a remediar unos acuíferos sobreexplotados; o de la problemática de los trasvases, sean del Segura o del Negratín, que son recursos con caducidad cierta: vean las graves crisis que genera compartir ríos que cursan por varios países, sean el Nilo, el Tigris o el Éufrates: guerras o emigraciones imparables, de cuyo nivel actual lo único que me maravilla, es que no sean aún mucho más multitudinarias, dada la miseria de la que huyen. Un déficit hídrico que, salvo para las serranías que van mal tirando con las fuentes o pozos del lugar, solo cabría aliviar por la regeneración de las residuales (tipo EDAR de Roquetas) o con las desaladoras en uso o pendientes de concluir. Vale. Aunque ahí cobra sentido el recelo sobre el papel oscuro de nuestras sinecuras locales a la hora de justificar por qué, desde hace años y por ley, en otras desaladoras (Torrevieja o Valdelentisco) el coste del agua desalada, es de 0'30/euros/m3 para el riego de otros campos mediterráneos mientras nuestros agricultores pechan con el 0'70/euros/m3, o sea más del doble. Y seguro que la política nada tiene que ver (¡por favor!) con esos agujeros en el agua, tan cara, pero miren, si alguien lo explicara, honraríamos mejor la fiesta del agua para todos.

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