Ahora que el año se va

Este año que concluye nos ha mostrado que la vida es u n ciclo de nacimientos y muertes reales y metafóricos

Un día le queda al 2016 para echar el cierre, irse con viento fresco y dejarnos a las puertas de otro año cuyas certidumbres dependerán en gran medida de lo que nos vayamos proponiendo. Eso en el mejor de los casos y si cumplimos con lo que nos propongamos. Otras veces, quizá más de las esperadas, nos tocará vadear los charcos de lo impredecible para tratar de salir lo menos empercudidos que podamos. Uno de los balances más referidos a este 2016 ha sido el del cúmulo de muertes de personajes notorios. Habrá quien vea en esto algún tipo de significación esotérica y muchos son quienes publican sus lamentaciones, sus pésames y melancolías por la defunción de ídolos o, más simple todavía, se sumen a las condolencias generalizadas por ir a juego con el decorado. Es la tónica desde la irrupción de redes sociales ciberespaciales, que más que redes son telarañas. Ya hay quien declara al 2016 año non grato, el nefasto año que se nos llevó a grandiosos personajes de las ciencias, las letras, la música, el cine, personajes que alguna vez nos emocionaron o nos hicieron reflexionar o, al menos, nos entretuvieron. Entiendo natural la pena por una de estas muertes, la entiendo natural y relativa, porque no deja de extrañarme el aparente impacto que se opera en tantas sensibilidades ante un hecho tan básico. Nacemos y moriremos. Es esta una perogrullada que a veces me parece que hay que recordar como respuesta a esa melodramática costumbre de recordar las ausencias mientras hemos ido dejando aparcadas las presencias por falta de tiempo, de interés, de gusto o de acción. ¡Cómo nos va una escena lorquiana! Este año que se va se lleva con él a personajes célebres, pero también se lleva una cantidad mucho mayor de personas cuyo nombre no circulará por enciclopedias históricas salvo por ser un número más cuando se escriban las desgraciadas cifras de víctimas de esta o aquella contienda. Este año que se va también se llevará por accidente, por descuido, por enfermedad o porque sea la hora a muchos congéneres cuya contribución al mundo no aparecerá en las revisiones de hechos destacables, por más que el legado que dejen algunos de ellos sea encomiable. Este año que concluye nos ha mostrado, como cualquiera de sus hermanos precedentes, que la vida es un ciclo de nacimientos y muertes, reales y metafóricos, que nos invita, nos dejemos invitar o no, a respirarla en todo su esplendor.

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