Ahí vamos, iniciando el segundo año de la pandemia. Este en el que nos vamos a vacunar y, aquellos que han tenido un poco de vergüenza o ningún enchufe, lo harán según se turno. Yo ya he decidido que me toca en mayo o junio, pero porque se me ha ocurrido a mí. Espero es no convertirme en noticia como esos soldados de la primera guerra mundial que un minuto antes del armisticio asomaron la cabeza y recibieron el último tiro. En este caso, el tiro podría ser ir a comer con mi cuñado el día antes de vacunarme o algo así, pensando eso de bueno ya que me va a pasar. Aguantemos un poco más, pues. Esta semana pasada todo ha sido virus, el covid, el SEPE, los móviles, el de las mociones de censura y el de la economía. No debe ir muy bien la cosa cuando este sábado -un día antes de que acabara la prórroga, porque así llevamos un año, agotando plazos- se ha extendido la moratoria en los concursos de acreedores hasta final de año. No nos lamentemos sobre lo que pudo haber sido y confiemos en que las ayudas directas a las empresas -las del Estado- sean suficientes para evitar no ya los concursos de acreedores sino el otro método, bajar la persiana. Lo cierto es, sin embargo, que se ha protegido a los trabajadores, y siempre recuerdo algún caso que vi, personas que empezaron a trabajar justo el viernes antes del estado de alarma y accedieron al ERTE. Un par de días más tarde, quizás todavía estarían en paro. Pero no basta -ya lo ha dicho todo el mundo- con proteger a trabajadores y el cese de actividad de autónomos. Habría que lograr que cuando todo pase haya empresas a la que volver. En nuestra provincia, el daño al tejido empresarial aún no se aprecia en la dimensión que puede llegar a tomar. En este año han desaparecido el 1,42% de las empresas que tienen asalariados, mientras que a nivel nacional esa reducción llega al 3,6%. Hay, además, 4.688 autónomos que cobraron el cese de actividad este último mes, lo que significa que estuvieron sin trabajo. Pero lo cierto es que esas empresas que en los últimos años crearon una media de 8.000 empleos al año, desde febrero de 2020 al de este año lo han reducido en 1.275. Como podemos imaginar la caída se ha centrado en hostelería y comercio. Confiemos en la celeridad con la que se distribuyan estas nuevas ayudas. Y en eficacia. Su importancia nos la muestra esta reflexión: si en los años de crecimiento se crean 7.000 ¿cuántos años vamos a necesitar para asimilar lo que se pierda ahora, las nuevas incorporaciones al mercado laboral y los desempleados actuales.

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