Mientras el mundo gira

Andrés Caparrós

Alma de sicario

Hay un pasaje en la novela El Padrino, de Mario Puzo, que Francis Ford Coppola no incluyó en la película. Nada podía objetar el autor porque Coppola lo llevó al huerto comprándole todos los derechos por cuatro perras. La rabia que le daría a Puzo, ver cómo el director y productor se hacía el amo del valle de Napa con todos los viñedos y bodegas incluidos.

En la escena del libro a la que me refiero, Marlon Brando instruye a Al Pacino - ¿me sigues? – diciéndole: “Mira Mike hijo, el sicario más salvaje es el que más desea su propia muerte. Mata esperando que lo maten. Trátalo con respeto. Sentirá que obedecerte es su única razón para vivir. Por nada del mundo querrá que seas tú quien apriete el gatillo en su sien.”

En la cuantiosa filmografía y bibliografía del hampa, como en la vida real al decir de los periodistas de investigación y los policías, existen sicarios y “sicarias” de todo tipo. 

El caso de la piromanía es otra cosa. No llega la sangre al río porque el sicario asesina árboles.

¿A qué viene hablar de sicarios y pirómanos? No lo sé. Cuando lleguemos a la mejor fase pediré cita a un psicólogo. Tal vez él podrá aclarármelo. Tengo una vaga idea; la de que el estado de alarma se ha instalado en el mismísimo Gobierno. Algunas ministras, las mejores según el rumor, están al borde de un ataque de nervios buscando la salida de emergencia hacia instituciones europeas. Huyendo de la quema, y de la tragedia que se masca, el duelo al atardecer entre los dos pistoleros más famosos al oeste del Mississippi River – o del Manzanares - viene a ser lo mismo – Se ventea la pregunta: “¿quién se impondrá a quién?”

Las palabras de Pablo Iglesias interpretando las de Teodoro García Egea como una llamada a la insubordinación de la Guardia Civil sonaron en el lenguaje gestual de las manos en las caderas, en actitud desafiante, a reto tabernario: “te espero a la salida, si eres hombre” 

Al día siguiente el mismo señor Vicepresidente, se presentó en la Comisión de Reconstrucción Nacional reunida en el Congreso y presidida por el sin par Patxi López, y espetó al representante de Vox que lo que quieren es dar un golpe de Estado pero que no se atreven. A las quejas de Iván Espinosa de los Monteros respondió “el moderador” diciendo que era la suya una piel muy fina y que tenía que acostumbrarse a escuchar lo que no le gustaba. Al ausentarse ofendido don Iván, Pablo Iglesias, el matón del barrio, tuvo la genial ocurrencia de gritar, “¡cierre al salir!” Repito, Comisión de Reconstrucción Nacional.

Vivimos de susto en susto. Al menos yo. Está pasando la tormenta de las muertes que ha sembrado la pandemia entre nosotros y henos aquí en medio de una bronca asesina. Asesina, sí. Porque quienes así se comportan “nos quiebran” – dirían por Colombia o Méjico - nuestro derecho al respeto que nos deben los políticos con hechuras de delincuente, con enmascarada alma de pirómano.

O de sicario.

Es lo que siento. Mientras el mundo gira.

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