Almería se apaga

La vida volverá a darnos una tregua y necesitamos estar preparados para cuando llegue ese momento

El 2020 viste de negro azabache. Con él estamos viendo escenas, oyendo historias y viviendo momentos impensables hace un suspiro; con él nos estamos reconociendo tan frágiles, temerosos e iguales como nunca. Y con él son muchas las cosas que parecen estar apagándose y muchas las situaciones que transmiten esa calma ante la que es inevitable esperar una tormenta: podemos verlo en las movilizaciones ciudadanas en EE.UU, Chile, Bolivia, Líbano o Bielorrusia, movilizaciones para las que todo está abierto y nadie sabe adonde conducen, en la vida política de Venezuela o en las declaraciones de quiebra que hace Argentina. Pero también podemos verlo, y sentirlo, sin necesidad de mirar tan lejos porque aquello también ocurre aquí.

Almería se apaga. Almería se ha convertido en una ciudad triste y sucia que se está quedando vacía y pide a gritos que reclamemos por ella aquello que, no hace tanto, acompañaba a su luz y la hacía una ciudad viva que invitaba a emprender. Tenemos de nuestro lado dos inmensas ventajas, el mar y un clima suave, pero eso no es suficiente, ni puede serlo. Eso es la base, una magnífica base que nos ha sido regalada, pero el edificio nos toca construirlo a nosotros a través de nuestros gobiernos locales.

Vienen años duros, puede que tremendamente duros, nuestra tasa de paro ya ha superado el 24%, pero la vida volverá a darnos una tregua y necesitamos estar preparados para cuando llegue ese momento. Observemos Almería, confiemos en Almería y reclamemos un plan de ciudad para ella.

Es cierto que estamos viendo algunos movimientos por parte del actual gobierno local pero, ni son suficientes, ni están a la altura de lo que ya demanda esta ciudad. Y es que, arreglar o modernizar calles forma parte de las necesidades corrientes de toda ciudad, cambiar de ubicación monumentos es una medida que si no se explica, y se entiende, trae a la comunidad un innecesario malestar de una parte de su población, y peatonalizar el centro puede ser una estupenda idea pero resulta inútil si, previamente, no concurren dos circunstancias que, a día de hoy, no se dan en nuestro caso: limpieza y adorno. Nuestro centro está sucio, y no hay justificación alguna para ello, y cuenta con numerosos locales vacíos cuyo descuido agravan su mala imagen.

Si no tenemos una zona centro limpia y cuidada por la que sea agradable pasear, no pasearemos, ni podremos esperar que nadie venga a hacerlo, y la abandonaremos y con ello abandonaremos a sus negocios y a quienes, directa o indirectamente, viven de ellos. Demasiado abandono, demasiado riesgo.

Aprovechemos que el 2020 ha venido para hacernos pensar y repensar, para mostrarnos nuestras debilidades y fortalezas, nuestros errores y aciertos, para hacernos hablar sin ambages, para testar lo que decíamos ser y decirnos lo que realmente somos, y exijamos que Almería lo aproveche también.

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