Carta del Director/Luz de cobre

Almería tiene sed

La provincia necesita 180 hectómetros cúbicos de agua al año para hacer sostenible el modelo agrícola

Los regantes cifran en 180 hectómetros cúbicos de agua desalada las necesidades anuales para sostener al sector agroindustrial de la provincia. Una cifra que, ni de lejos, se atisba en el horizonte de obras hidráulicas que las administraciones nos ponen sobre la mesa en promesas, unos presupuestos sí y otros también, pero que nunca se cumplen.

El martes es el Día Mundial del Agua. Una fecha para recordar que el líquido elemento es un bien escaso y que en tiempos de sequía, como el que padecemos en este ciclo climático se me antoja más importante que nunca poner negro sobre blanco en papel.

El agua, como todos ustedes conocen, es la base sobre la que se asienta la agricultura de la provincia. Un sector que nos ha permitido en los últimos 50 años crecer de forma sostenida, hasta hacer de esta tierra un referente en un mundo global, en el que sólo triunfan los innovadores, aquellos y aquellas, visionarios y visionarias diría yo, que han sido capaces de ver negocio, mercado, economía, lo que ustedes quieran, allí donde los demás sólo veíamos riesgo y hasta miedo. La escasez continuada, la sequía pertinaz, la sobre explotación de los acuíferos, desaladoras sin concluir o infrautilizadas y el todavía no logrado uso de las aguas residuales recicladas, nos sitúa en demasiadas ocasiones al borde del colapso. Según en qué zona de la provincia usted tenga su explotación el precio del agua varía de forma notable, no tiene acceso al líquido elemento aunque pueda pagarlo o no es rentable su uso. La conmemoración del martes tiene mucho sentido a nivel global -cada vez existen mayores problemas para abastecer el planeta- y un significado especial en la provincia. El control del agua, su uso, distribución y consumo, se ha convertido en el eje sobre el que gira el poder, en casi todos los sentidos en esta tierra nuestra. Quien tiene la llave de paso, esa que se abre o se cierra según necesidades, lleva ventaja con respecto al resto en el ejercicio del dominio de un bien común y su reparto.

Y es que como dice el proverbio inglés "no se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo". Una invitación clara a reflexionar sobre el consumo, el ahorro y su cuidado y a no dar por sentado ningún recurso natural. Y aquí, en la provincia, sabemos muy bien de qué estamos hablando. Con la caída en picado de los índices de pluviometría, ya escasos y ahora acentuados con el cambio climático, una tierra como la nuestra debería, o al menos intentarlo, avanzar en un pacto global que concluya con la garantía de flujos necesarios tanto para abastecimiento como para regadío. Nuestro futuro está en juego y depende de cada uno ser capaces de blindarlo para no depender de nadie. Es la parte positiva. La negativa es la sequía y el uso racional del agua que hagamos. Seamos responsables.

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