La tapia del manicomio

Alta fidelidad

La regla técnica decía que la calidad de un equipo de sonido era igual a la del peor de sus elementos

Será cosa de la edad, pero los acontecimientos actuales nos traen a la memoria dos recuerdos de mediados del siglo XX: el juego del gallina y las cadenas de hi-fi. El tal juego aparece en la película "Rebelde sin causa" y, como su nombre indica, se refiere a una apuesta suicida en la que el más templado aguanta más antes de saltar del coche y el "gallina" es el que se acojona y salta primero. Aplíquese al caso de Sánchez y la cohorte separatista. Llevan cerca de dos meses dando la barrila con que si va a haber presupuestos en España o no, cosa que sabremos pasado mañana, cuando se decidan los indepes a mantener o no las enmiendas a la totalidad a la Ley de Presupuestos. Sánchez, que se está jugando el puesto, ha estado cediendo, excesivamente a nuestro entender, y hasta ahora la consecuencia ha sido que han aumentado las exigencias, con el consiguiente deterioro de la convivencia política.

Hablando de convivencias políticas, ayer domingo tuvo lugar una manifestación (a la hora de escribir desconocemos detalles) en la que marcharon de la mano todas las derechas habidas y por haber en España. El ver juntos tantas veces ya al PP, Ciudadanos y Vox, nos ha recordado lo de las cadenas de sonido que estuvieron tan de moda cuando no había mp4, ni pirateos de internet. Constaba al menos de amplificador, altavoces y diferentes lectores (tocadiscos, magnetofones, etc.). Los avances técnicos (sonido estereofónico, dolby, ecualizadores…) y las carísimas grabaciones en los mejores estudios conseguían un sonido que hoy no se alcanza ni por el forro. Pero la regla técnica decía que la calidad de un equipo de sonido era igual a la del peor de sus elementos. Por mucho que tuvieras un pick-up de alta gama con cápsula cerámica y un amplificador profesional, si los altavoces eran los de la puerta del coche, el sonido era una mierda. Y así, si van juntos un partido de ultraderecha antidemocrática, un sedicente liberal y otro de "centro derecha sin complejos" (Casado dixit), el resultado de la unión estará tan lejos de la democracia como el más bárbaro de la cadena. El papel más desairado es el de C's ("La veleta naranja", como le dice su compi de manifestación y de pacto andaluz, Abascal) que a ver con cara se dirige hoy lunes a sus votantes centristas. O a sus sedicentes homólogos europeos cuando se vean en Estrasburgo.

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