El medio y el ambiente

Ignacio flores

Ambiente primaveral

Podían haber hecho, jardines, espacios abiertos, promocionar la Naturaleza, ayudar a "abrir la ciudad al mar" que se decía antes

Hace unos días, paseando por la zona del Paseo Marítimo que hay entre la Playa de San Miguel y el Club Náutico, de pronto, me di cuenta de que: ¡oh sorpresa! ¡ya estamos en primavera!. Dado que iba acompañado de mí mismo, vinieron a mi mente pensamientos veraniegos y recuerdos de zagalillo. Espero que este verano, que ya está a la vuelta de la esquina, se repitan, en todo el Paseo, las escenas veraniegas de todos los años: zagalillos jugueteando, jóvenes disfrutando del solaz playero y abuelos en la zona de acceso fácil. Con las consabidas sombrillas para tomar el sol con las debidas precauciones, y refrescándose de cuando en cuando. Estampas bulliciosas y entrañables de esta Almería nuestra, que conserva su talante y no cambia. Nada nuevo bajo el sol. Siempre igual. Uno de los recuerdos que me vino a la memoria es que por mis años mozos, en un momento dado, a orillas de la antes llamada Avda. Vivar Téllez, apareció una zona vallada con "unas magníficas pistas polideportivas de uso público" en las que se podía jugar al baloncesto e incluso al tenis. Como lo del tenis llegó en época de Manolo Santana, las pistas eran de tierra batida (por el viento) y con algunos chinorros para mayor agarre de la pelota y darle emoción al juego. También apareció la Piscina Sindical. ¡No me veas!. Aquello fue el despiporre. Después apareció el Club de Mar, y el Club Náutico "se lo llevaron más arriba" y desde entonces "no tiene playa", como la Puerta de Alcalá. Y como lo de Sindical desapareció, pues la piscina también. Y en su lugar apareció una piscina para "el 2005" que los maledicentes, que nunca faltan, propagaron el bulo de que tenía más fugas que la Comunidad Científica Española en estos últimos años. Pero lo importante es que duró menos que un pastel en la puerta de un colegio. "Un buen día", para desencanto de unos y alegría de otros, porque nunca llueve a gusto de todos, apareció lo que hay ahora: un magnífico y cúbico edificio, para gloria y loor, que decía Cela, de esta endogámica ciudad que se ha empeñado en seguir edificando dentro más y más. Podían haber hecho, jardines, espacios abiertos, promocionar la Naturaleza, ayudar a "abrir la ciudad al mar" que se decía hace unos años. Eso no sólo no da problemas, si no que siempre es motivo de alegría. Nadie se enfada. Nadie se molesta. Pero en cambio, los edificios saturan las ciudades y excepto que sea una construcción "singular" su existencia da menos alegrías. E incluso pueden convertirse en un problema para algunos. En este caso el problema radica en que nos tapa cierra la ciudad a la mar. Pero ya, ¡a lo hecho, pecho!.

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