Amenaza con volcar

El ser humano es numantino. Y cuando desea golpearse por segunda vez con la piedra, no hay quien le detenga

En pleno siglo veintiuno seguimos con los esfuerzos de demostrar a una serie de señores que, a pesar de la industria, de los descubrimientos de la ciencia y de los avances tecnológicos, la tierra no es plana, cómo pretendemos que les entre en la mollera que el calentamiento global existe y que es el mundo amenaza con volcar. Lo cierto es que es así. El ser humano, por naturaleza, tiene una determinación numantina. Y cuando desea golpearse por segunda vez con la piedra, no hay quien le detenga. Como si lo tiene que hacer tres o cuatro veces. Él está ahí, a golpe contra la roca sola. Que en estos últimos días se hayan registrado las temperaturas más altas en el Ártico, treinta y cuatro grados bajo un sol de justicia, que ni en el Zapillo, fuera del palmeral en agosto, eso no quiere decir nada. Digamos que el efecto sartén que produce los gases sobre nuestra atmófera, nada tiene que ver con las consecuencias del calentamiento global y el deterioro progesivo de la capa de ozono. Sí, sé que este tipo de noticias nos la venden como un tostonazo trasnochado e insopertable, que solo los cuquis y los newage's generation son capaces de blandir, junto con los pijos y almizclanados de Malasaña y del casco centro de barcelonés. Pero este artículo, que escribo en las postrimerías de nuestro beato devoto, Porfín San Agosto con los Bolsillos Vacíos y A Ningún sitio a Donde Ir, Patrón del Proletario de pie, Resignado mayor del empleo precario y Hereje consumado de la Patronal, no tiene más motivación que alertar de cómo está nuestro planeta. El mismo periodo existencial que vamos a disfrutar en estos momentos de ocio y de pecados indignos para un obrero, con ínfulas de esclavos burgueses -pensamiento del Dios Patrono, al alba, antes de ensillar su caballo-, que en nuestra íntima heredad lo que deseamos es parecernos, por un momento, a un aristócrata, más que un ciudadano, solo viene a recordar el trato amable que debemos dispensar a nuestros paisajes y a nuestra tierra, cunado en un arrebato de libertad laboral, nos consumamos en el único momento que somos realmente libre, suegra e hijos mediante, claro está. Ya que, por lo menos, si el sistema no es capaz de hacer sus deberes y mostrar su compromiso con la sociedad -dogmas ya firmados y certificados por Aristóteles, Kant y Foucault, por si hubiera duda-, que seamos nosotros los primeros en actuar y demostrar que aún sigue quedando decencia y dignidad, a pesar de las subidas del 40% del sueldo de nuestros líderes; aunque aún, a fecha de hoy, no tengamos gobierno; y que precisamente cuando cobramos la doble paga -aún la estoy buscando; por favor, en caso de hallarla, contactar con el susodicho, vía email o vía tele hepática-, suben todos los productos del supermercado, para volvernos a quedar sin un puñetero duro o, lo que es pero, sin una exangües vacaciones.

Y que a pesar de todo esto, sigamos proclamando que este mundo que pisamos no son de dos o de tres señores, sino que también le pertenece a la gente de a pie, los mismo que ahcemos realidad sus vaciones a consta de nuestra salud y dinero.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios