República de las Letras

¡Anda, un árbol!

Flipé en colores, como dicen todavía los jóvenes: ¿Almería, llena de árboles? ¿Dónde?

No suelo leer los artículos que publican los políticos en activo. Por lo general, no dicen nada nuevo. Desde luego, nunca hacen autocrítica de su gestión. Para eso, pensarán -o le aconsejarán sus asesores- ya está la oposición y los articulistas afines a ésta. Tampoco se caracterizan por su altura de pensamiento, su independencia y su profundidad. Y, desde luego, su estilo, por lo general, no tiene nada de particular ni atractivo literariamente hablando. En fin, que son poca cosa, nada que merezca invertir mi tiempo en leerlos. Pero…

El domingo, en este mismo diario, nuestro ínclito alcalde almeriense me sorprendió con un artículo deslumbrante, un modelo de periodismo de opinión del bueno, un dechado de virtudes literarias. Afirmaba el gran hombre, entre otras cosas, todas impactantes, todas novedades de primer orden, todas escritas de forma pulquérrima, afirmaba, digo, que en Almería hay 52000 árboles, que el año pasado se plantaron unos 800 y que este Ayuntamiento de su brillante presidencia es gran amante de la naturaleza y defensor del medio ambiente urbano, faltaría más: "El medioambiente se cuida llenando la ciudad de árboles. Y eso es lo que estamos haciendo", afirmaba.

Flipé en colores, como dicen todavía los jóvenes: Almería, llena de árboles, decía. ¿Dónde? ¿Ochocientos árboles nuevos el año pasado? ¿Dónde los han metido? Ah, ya: se refiere a los macetones esos de los bonsáis, a esos que cuelgan y te rocían con el riego por goteo a chorro tieso que les han puesto, que no se puede pasar cerca de ellos, y a los dos o tres matojos que piensan poner en un rincón de la Plaza Vieja cuando se carguen los ficus -algunos de ellos, centenarios- que ahora tiene.

No se distingue nuestro ínclito por su afición a plantar árboles en una ciudad que se caracteriza por su sol y sus solitrones, por su falta de sombra incluso en invierno -"Almería, donde el sol pasa el invierno", decía el viejo eslogan local-. Su estilo en este capítulo es el de la Plaza de la Catedral, un erial, y el de la Rambla Obispo Orberá, una avenida hortera llena de macetones que son obstáculos para la circulación peatonal. Lo bueno, y esto debe saberlo el ínclito, sería que la ciudad contara por lo menos con un árbol por habitante, y para eso faltan todavía otros 150000. Y que no se destruyesen más alcorques, porque a este paso, nuestros nietos, paseando por Almería, dirán: "¡Anda, un árbol!".

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