En mayo el portavoz del Gobierno andaluz puso fecha a las próximas elecciones andaluzas: 27 de noviembre de 2022. Una fanfarronería. Juan Manuel Moreno acaba de hacer el contrapunto en una entrevista en El Mundo, en el teatro permanente que hace con su segundo. Ha confesado que a partir de febrero cualquier día es bueno para adelantar, "si el Parlamento (le) obliga a convocarlas". O sea, si su minoría no consigue aprobar leyes, incluida la de Presupuestos, ni convalidar decretos y es víctima de "una máquina de destrucción política", vamos a las urnas en primavera.

Calificar a una mayoría contraria en un Parlamento como máquina de destrucción es una falta de respeto a la institución de aúpa; a veces a Moreno se le olvida su pose de hombre templado. La minoría gobernante debería poner a Andalucía por encima de sus intereses de partido. Vuelto del revés, es el argumento que utiliza el PP para que Vox o el PSOE validen las cuentas de 2022. Y podrían aplicárselo a sí mismos. Aunque, por otro lado, al PP le interesan elecciones en primavera. Ya tiene maduro a Ciudadanos, que si se presenta en solitario irá al desastre, y todavía no ha cuajado la alternativa de Espadas, que sigue con un pie en el estribo de Sevilla: tiene que aprobar el presupuesto municipal, ocupar a final de mes escaño en el Senado y dimitir de alcalde en diciembre. Esas elecciones serán un laboratorio de pruebas para toda España. Casado necesita perentoriamente un éxito para zafarse de la tela de araña populista que teje Ayuso. Y también del deterioro que ha sufrido por el escandaloso nombramiento para el Tribunal Supremo de un jurista estampillado, padrino de su vertiginosa licenciatura en Derecho, que trapicheó en los casos Lezo y Palma Arena, hizo negocios donde gobernaba el PP, cobraba ilegalmente de dos universidades... Cuando el PP se pone a faltar el respeto a las instituciones, lo hace a lo grande.

En la derecha, además del auge del PP a costa de Cs, la otra noticia en Andalucía es que Vox aguanta y la candidatura de Olona reforzaría su marca. A la izquierda del PSOE el mapa es más complicado que en el resto de España. Unidas Podemos cotiza a la baja sin liderazgo, Teresa Rodríguez sigue decidida a crear una CUP andaluza, y Errejón ya ha designado candidata para las autonómicas. Al menos tres listas en liza. Hay quien piensa que Yolanda Díaz, que ayer explicó en Valencia las ventajas de integrar este espacio, podría utilizar un eventual fiasco en Andalucía como vacuna contra la diáspora en las generales de 2023. El laboratorio regional dará pistas de proyección nacional: si Casado y Abascal pueden cohabitar en un gobierno, si la izquierda puede reunificarse en torno a Díaz o si Sánchez logra mantener La Moncloa en caso de que el PSOE dejara de ser el primer partido andaluz. Muchas variables.

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