He leído a Iñiguez de Onzoño en The Conversation, en el que cita a Adela Cortina, filósofa española, que dice que, los ámbitos de la empresa y de la ética han discurrido en paralelo.Además, Cortina ahonda en el desarrollo de la ética empresarial: "La meta de la empresa es la satisfacción de necesidades humanas a través de la puesta en marcha de un capital, del que es parte esencial el capital humano".

Por lo tanto, la empresa debe "explotar al máximo las propias capacidades de modo que se beneficien de ellas el mayor número posible de personas" y alcanzar y mantener "La honradez en el servicio" para obtener beneficio respetando sus normas.

Sin embargo, un político no debería actuar como un racionalista total al que le den igual las consecuencias de sus decisiones con tal de quedar bien: se debe a una ética de la responsabilidad, que atienda a las consecuencias de un acto.

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