La tapia con sifón

Año nuevo, ensaladilla buena

A falta de novedades, me he reencontrado con un clásico que tenía algo olvidado: El Alcázar

Después de varias semanas de asueto festivo esperaba tener algo nuevo que contarles de nuestra hostelería. Y, ya en plan optimista, que fuera nuevo y bueno. Lo de bueno siempre es difícil y más en estas épocas de llenos diarios, cuando hasta los buenos tiran de congelados para cubrir la tremenda demanda. Excepciones siempre hay, pero no las repito porque son pocas y sabidas. Estas Pascuas, repito, no he tenido constancia de nuevas aperturas como en otras navidades o semanasantas, pero sí ha habido algunos cierres. Es lamentable el de La Brusketa, que no ha conseguido el favor del público a pesar de la buena oferta de vinos y de la cocina sencilla pero auténtica que practicaban; se dice que el local será ocupado por una nueva sucursal de La Mala. Otro local, éste en la calle de Jovellanos, ha quedado libre por el cierre de Entremares y lo ocupará el grupo de La Plazuela. Espero que este cambio sí sea para mejor, cosa no muy difícil, dado el nivel que tenía la "freiduría" y ustedes ya entienden el entrecomillado.

A falta de novedades, me he reencontrado con un clásico que tenía algo olvidado: El Alcázar. Fue un café en el Paseo desde la posguerra, con sus veladores y sus ponches. Años después abrió una cervecería adjunta, con entrada por la calle Tenor Iribarne, que se acreditó por sus buenos pescados y su servicio profesional. Cuando se puso de moda cerrar los domingos fue de los pocos que nos aliviaban las desoladas noches dominicales. Muchas tertulias hemos pasado allí comentando la película de esa tarde, mientras despachábamos una brótola o unas rodajas de mero con unas estupendas patatas fritas con pimientos, de las que siempre repetíamos. Cuando cerró y se mudó a Ricardos, esquina a Padre Alfonso Torres, fuimos despegándonos poco a poco, quizá por lo agobiado de la zona, saturada según el Ayuntamiento, indecentemente okupada en realidad. Pero el caso es que vuelve a abrir algunos domingos y he vuelto a frecuentarla, con la satisfacción de reencontrar sus estupendas patatas fritas con pimientos. Son distintas de las que ponen para acompañar tapas: redonditas o de media luna, con buena papa y fritas en su punto; los pimientos verdes fritos no desmerecen. Además hacen una de las mejores ensaladillas rusas de Almería, si no la mejor, y la manzanilla está fresquísima en ambas acepciones de la palabra.

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