República de las Letras

Anticapitalistas

Los anticapitalistas andaluces se han equivocado. Van de nuevo al fracaso. Y lo saben

Cuando me acerqué, hace ya muchos años, a la política, lo que más me llamó la atención fue la capacidad de la derecha para aliar ideologías diferentes y la incapacidad de la izquierda para tal cosa. La UCD era el ejemplo claro de cómo democristianos, liberales, conservadores e incluso socialdemócratas eran y son compatibles cuando se reparten el poder. Socialistas, comunistas, anarquistas y demás, por el contrario, nunca. El último ejemplo de esto ha sido el divorcio entre Adelante Andalucía y Podemos. En la derecha, cada grupo es capaz de adaptarse a las sucesivas situaciones políticas, sacrificar el grueso de sus postulados y dar pequeños pasos hacia la consecución de sus ideas -siempre, eso sí, que se deduzcan buenos dividendos: la corrupción-. En la izquierda, sin embargo, siempre se tiende a la implantación de una vez del programa máximo y el rechazo de toda fórmula intermedia, de todo compromiso coyuntural. Toda transacción teórica repugna. Todo pequeño paso es interpretado como una cesión al sistema capitalista. Todo pragmatismo, como una traición al ideal. Estos días, otra vez, los anticapitalistas andaluces se han equivocado. Como el comunismo y el anarquismo, tan influyentes en otras épocas entre la clase obrera, pero hoy tan trasnochados, van de nuevo al fracaso. Y lo saben. La división de la izquierda, esto también se sabe de siempre, fortalece a la derecha. Lo volvimos a comprobar en las últimas elecciones generales y en las autonómicas, con el resurgimiento de la extrema derecha en nuestro país y el peligro que supone para la democracia dados los precedentes históricos. Para contrarrestar esos efectos perversos se hacía necesario el gobierno de coalición de la izquierda. Había que aplazar los programas máximos. Había que negociar. Y ahora hay que demostrar, gobernando, que la izquierda es la mejor opción para las clases medias y populares. Se argumentará que eso no lleva a las pretensiones políticas y económicas de la izquierda, sino únicamente a pequeñas reformas superficiales del sistema capitalista. Pero gobernar es para la izquierda un paso de gigante. Ya dotar al capitalismo de un rostro humano, solidario, es un paso de gigante. Para eso la unidad es esencial. La atomización en grupos y grupúsculos muy ideologizados y utópicos no lleva al triunfo electoral. Adelante Andalucía se ha vuelto a equivocar. Lo malo es que perjudica a todos.

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