Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

Apaga el móvil y levanta la vista

"Tengo 422 amigos. Aun así, estoy solo. Hablo con todos ellos cada día, sin embargo, ninguno me conoce realmente"

Tengo422 amigos. Aun así, estoy solo. Hablo con todos ellos cada día, sin embargo, ninguno me conoce realmente". Así arranca un video que todos los años ponía a mis alumnos: con las palabras de un joven hiper-conectado e hiper-desilusionado, que nos hacen pensar a dónde nos ha llevado la actual fascinación por la tecnología. Con rima y ritmo de rap, jugando con las comparaciones y las antítesis, con la emoción del contraste y la ironía, el espectador asiste a un lúcido discurso que le llega hasta el fondo. Todos nos sentimos interpelados en esta llamada a "levantar la vista" del teléfono móvil, mirar a la cara de las personas y entablar relaciones humanas -directas-con quienes nos rodean. El mensaje no es nuevo, pero la puesta en escena sí.

Las imágenes del video no son tremendistas, pero las reflexiones que suscita pueden suponer un shock intelectual y emocional. Lo que vemos son escenas cotidianas, con hombres y mujeres interactuando a través de redes sociales, consultan el móvil en todas partes. A veces te encuentras con alguien en la calle, o en el autobús que miran compulsivamente su móvil, pero que no tienen tiempo para mirarse a la cara. Ya no pueden -o, lo que es peor, ya no saben- relacionarse con los demás, tener amigos de verdad, vivir reposadamente la propia vida en vez de una vida ficticia y agitada en el mundo virtual.

Sin embargo, lo "peor" de esta situación está por llegar. De repente, vemos a unas nuevas generaciones de niños que ya no son capaces de divertirse. Ya no juegan ni corren. Sólo miran su tableta o su móvil.

Estamos rodeados de menores hasta 15 años que, desde que nacieron, nos han visto vivir como robots, pegados al móvil, y piensan que eso es lo normal. Cuando era un niño jamás estaba en casa; estaba en la calle con mis amigos, con nuestras bicicletas, dándole uso a mis zapatillas y pelándome las rodillas, construyendo una casa bien alto en un árbol. Ahora los parques están callados, y eso me produce escalofrío. No veo niños jugando, y los columpios están todos quietos. No hay saltos de cuerda, no hay juegos ni carreras….

La comunicación mediante dispositivos en lugar de conversaciones amistosas está cambiándonos la vida. Por eso el vídeo llega a decir: "Somos una generación de idiotas, de teléfonos inteligentes y gente estúpida. Así que levanta la vista del teléfono y apaga la pantalla". Un mensaje que, al menos de vez en cuando, conviene oír y meditar.

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