Aplausos a Santa Bárbara

Todos los que aplaudís debéis saber que estamos aquí dedicados a vosotros, como siempre

Forma parte del refranero patrio acordarse de Santa Bárbara cuando truena. Dejando a un lado el origen histórico de esta cita podemos interpretarla como aquel recurso al que acudimos en el último momento, cuando la situación empieza a tornarse desesperada. En estos días de incertidumbre y miedo muchas miradas parecen volverse hacia los sanitarios. Los móviles se convierten en solidarias herramientas. Los relojes se sincronizan y a la hora señalada los balcones de todo el país se llenan de aplausos y vítores por los que cuidan de la salud. La gran mayoría de las palmas provienen de ciudadanos agradecidos del servicio que ahora y siempre hemos prestado. Pero tampoco se nos escapa que muchos de los que aplauden exigieron hace poco, de malas formas, una atención urgente por un proceso que no era tal. Otros reclamaron de modo prepotente unos derechos inflacionados (en comparación con sus exiguos deberes). Y los menos llegaron a agredir a algún sanitario. Todos aplauden, unos por sincero reconocimiento y otros para exorcizar la culpa de tiempos no tan pasados. Pero todos aplauden porque truena muy fuerte. Los aplausos enmascaran los crujidos del cielo, las palmas resultan ansiolíticas y de esta manera nos encomendamos a Santa Bárbara.

También aplauden los políticos. Los mismos que, del color que fuere, recortan, especulan y dejan en precario un bien social básico. Los mismos que prometen cambios pero luego perpetúan los pecados de sus antecesores. Los mismos que hoy, desde muchos atriles, aseguran sin rubor que, se encuentran en disposición de contratar varios cientos de profesionales sin explicar si los van a pintar o mejor los fabricarán en cartón piedra. Todos los que aplaudís debéis saber que estamos aquí dedicados a vosotros, como siempre. Debéis saber que nuestro oficio es cuidaros y sanaros, como siempre ha sido. Y debéis saber que hoy vamos a daros lo mejor que tenemos: nuestro esfuerzo, nuestro cariño y nuestro tiempo, tal y como siempre hemos hecho.

Pero debemos ser conscientes de cuál es la situación. La Sanidad se enfrenta a esta tormenta con sus fuerzas al límite. Algunos han dedicado gran esfuerzo en dinamitarla y la gran mayoría no ha levantado un solo dedo para defenderla. Hoy somos la esperanza de millones de personas. Una vez más, sin duda, haremos el milagro pero no olvidéis que aplaudís a una Santa Bárbara precaria, maltratada y extenuada.

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