Apoyo a esos alcaldes

Pueblos pequeños poco poblados, que festonean nuestras sierras, enclavados en parajes de difícil acceso

Comprendo a los que se quedan. Y también comprendo a los que se van. Y a los que quieren volver y no pueden y a los que no quieren volver aunque puedan. Todos tienen razones, y buenas razones, para decidir lo que deciden. Unos porque tienen apego al terruño y en cualquier otro sitio se sienten desplazados; otros porque no encuentran futuro en su tierra y lo buscan donde sea. Son más los que se van; y el resultado es que muchos pueblos se quedan sin gente. Pueblos pequeños que nunca estuvieron muy poblados, y que festonean nuestras sierras, enclavados en unos parajes de difícil acceso, y con tierras de cultivo problemático y poco rentable. El mapa de nuestra provincia a vista de pájaro nos muestra un rosario de pueblos a media montaña o incluso cerca de las cumbres. Sierra Filabres, Sierra de Baza, Sierra Nevada o de Gádor, todas ellas albergan pequeños núcleos de población que, por lo que sabemos, se resisten a morir. Los comprendo. Quiero ofrecer mi apoyo a todos, a los que aún están y a los que se fueron. Pero sobre todo me gustaría trabajar para que todos aquellos que no quieren irse puedan quedarse en su pueblo con una vida digna; y más aún me gustaría hacer lo posible para que esos pueblos tuvieran atractivo suficiente para atraer nuevos habitantes, aunque sé que es muy difícil. Porque todo están en su contra. Para eso se requieren planteamientos cargados de política e imaginativos. Las soluciones no pueden ser técnicas. Los técnicos, guiados por criterios economicistas, dirían que es absurdo invertir en esas zonas, que es un gasto y no una inversión, y que proporcionar a esas pequeñas comunidades los servicios que se exigen costaría menos si se traen a todos sus habitantes a los grandes núcleos de población. Pero es un planteamiento pobretón y falto de empatía con muchos valores que merecen ser respetados. De ahí la necesidad de un planteamiento político en el que prime el respeto por las personas que, quizá por haber nacido allí o por libre decisión, han optado por llevar un modo de vida diferente al de las ciudades. Lo primero y principal es posibilitar el "ganarse la vida" a todos los que están allí, sea en una economía agrícola, o en economía "verde", al tiempo que se dota de servicios, tal vez diferenciados, en educación. En todo caso, me pongo a disposición de ese colectivo de alcaldes que quieren mantener vivos a sus pueblos, para todo lo que puedan necesitar.

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