Libertad Quijotesca

Irene Gálvez

Aprender del fracaso

Lo peor que le puede pasar a la democracia es pensar que ya está conquistada, no se puede bajar nunca la guardia

Un querido amigo siempre me recuerda que crisis es oportunidad, es decir, el fracaso es siempre una excelente escuela para aprender y evolucionar como persona. Durante los últimos cinco años he tratado de participar en la política formal tal como esta estructurada en España.

Ha resultado decepcionante y una frustración dolorosa. No obstante, en mi vida si algo no me ha faltado nunca es el amor por aprender y crear. Las imposiciones del cainismo dogmático que imperan en nuestro país, para bregar con ellas y no caer en la desesperación, requieren cultivar una paciencia infinita al mismo tiempo que tenacidad para superar el miedo a la coerción permanente de "lo políticamente correcto".

El pensamiento liberal heterodoxo español nunca ha sido una opción fácil de llevar a cabo. Como humanista aprendes con rapidez que la naturaleza humana requiere de límites y equilibrio para que no desate su poder destructivo. La clave: sentido moral y comportamiento ético. Si hablamos de ética, tenemos que referirnos a la filósofa Adela Cortina, catedrática emérita y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

No duda en afirmar que "lo peor que le puede pasar a la democracia es pensar que ya está conquistada". El catorce de julio se conmemoró el aniversario del inicio de la Revolución Francesa.

El pensamiento político que heredamos de ella se compone de dos posicionamientos ideológicos fundamentales: derecha e izquierda, porque los jacobinos se sentaban a la izquierda, y los girondinos a la derecha del Parlamento en la Asamblea Nacional. Joseph Fouché, Napoleón…¡hay tanto que aprender! sin olvidarnos de Teresa Cabarrús, y si no que le pregunten al "incorruptible" Robespierre.

Continuamente hay que pensar en la tendencia al dogmatismo de dichas ideologías y en sus consecuencias. Nunca acomodarse. No basta repetir frases que han demostrado quedarse en adorno: "nueva política", "reformar y regenerar" o al calor del frenesí conmemorativo de 2012, sin leerla claro, "herederos de las Constitución de Cádiz". Descorazonadora realidad: para que el Areópago te deje trabajar vale más tener padrinos que talento, humildad y méritos. Hasta el hastío repiten que no temen al talento y el trabajo, por no hablar del debate interno. Aunque seas un solemne irresponsable, prestándote al juego, se facilita el medrar.

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