El manuscrito

Manuel López Muñoz

Aprendices de mecenas

Donde se combinan núcleos innovadores vive la originalidad y respira el progreso

Atenas, en sus tiempos de gloria, vivió una de las mayores concentraciones de genio creador de la Historia; la Inglaterra isabelina experimentó un esplendor creativo e intelectual que marcó los siglos siguientes; California, en nuestros días, irradia cultura, ciencia e innovación tecnológica a mansalva. Esos casos, tan separados en el tiempo y en el espacio, nos hablan de entornos en los que se produce una confluencia de personas dedicadas al fomento de nuevas ideas en muchos y muy distintos ámbitos. No nos olvidemos, además, de que los creadores tienen la mala costumbre de querer comer todos los días: a Newton o a Galileo no se les concedería hoy un proyecto de investigación y probablemente deberían Picasso o Miró hacer las maletas e irse a París. La innovación no se prevé, se facilita. Para que haya innovación, se necesita permitir que se exploren los límites de lo conocido y se abran nuevos horizontes que, a la postre, van a revertir en la sociedad. Donde se combinan núcleos innovadores vive la originalidad y respira el progreso.

Algunos amigos del sector cultural se quejan del intervencionismo de unas autoridades empecinadas sólo en ofrecer actividades para el ciudadano medio y programar para tener superávit. ¿Cómo se mide el beneficio de una obra de teatro, una exposición, un concierto, una tertulia sobre los límites de la creación artística? ¿Son más rentables unas jornadas de teatro con butacas a precio de caviar o con entradas que animen a muchas personas a acudir a ellas? ¿Merece la pena dedicar la mayor parte de los recursos a importar artistas de moda y descuidar a los de aquí? ¿Nadie puede ser profeta en su tierra? Creo un error tomar la cultura como gasto en vez de como inversión; creo cortedad de miras limitar la oferta cultural de una ciudad a lo que la buena sociedad esté dispuesta a dar por bueno; creo que no fomentar el libre desarrollo de la creatividad, no dotar a las ciudades de infraestructuras para que los artistas den sus primeros pasos, no arriesgarse con el talento local, impide la formación de esos núcleos de creatividad de los que parten las innovaciones que benefician a la sociedad. ¿Queremos analizar los beneficios reales de la actividad cultural más allá del superávit de caja? Veamos cuántas autoridades justifican su sueldo y presupuesto. ¿O es que sólo se le va a aplicar la vara de medir al creador y no al aprendiz de Mecenas?

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