A son de Mar

Inmaculada urán/ Javier Fornieles

Apuntes varios

En nuestra calle, los aplausos a los equipos sanitarios surgen de no se sabe dónde en mitad de la noche

En una semana la situación ha cambiado por completo. Hace unos días en cualquier tienda sólo había un tema de conversación. Pero todo eran chistes, comentarios jocosos. El miedo estaba oculto y provocaba la necesidad psicológica de exteriorizarlo como una especie de risa nerviosa, liberadora. Ya no. El silencio, la prisa o la preocupación presiden los lugares de encuentro. En internet, en cambio, continúan los memes y los vídeos de broma. Hay que darse un respiro y eso está bien. Pero esa cascada de ingeniosidades muestra otro virus extendido: el narcisimo infantil que se ha apoderado de todos y que no para de producir excentricidades. Vivimos en una sociedad en la que todo gira en torno a la la adulación del ego y a la creación de un ambiente siempre de fiesta. Las risas en este caso no son para solo calmar la ansiedad; responden además a una forma de ser que llegó hace años para quedarse. Se critica a veces a los ciudadanos por haberse anticipado a la llegada del virus y por haber adquirido guantes o un par mascarillas. Pero ¿a quién debemos censurar? ¿A los que oyeron los primeros avisos y tomaron precauciones o a las autoridades que aseguraban que aquí no iba a pasar nada? ¿Quién ha obrado con mayor cordura?

En nuestra calle, los aplausos a los equipos sanitarios surgen de no se sabe dónde en mitad de la noche. Ha sido sin duda un buen detalle aunque no aporten nada útil ni práctico. O quizás sí. Los profesionales de la medicina se sentirán sin duda mejor sabiendo que cuentan con el apoyo y el respeto de los demás. Y pensamos que esa misma sensación sentimos todos cuando vamos al súper y pasamos ante otros trabajadores. Están también ahí ayudándonos con su esfuerzo y a veces sin la protección adecuada.

Hemos cerrado guarderías, colegios, institutos y universidades. Los profesores debemos ser también conscientes de nuestras obligaciones con las familias y con los alumnos. Lo importante es mantener, en principio, una buena comunicación y aportar materiales adecuados. Pero sin caer en la tentación de poner múltiples tareas y deberes sin sentido.

El alcalde está estudiando en el Ayuntamiento las ayudas necesarias para hacer frente a la crisis económica. Bien hecho. Si se han agravado los problemas en esta crisis, ha sido precisamente por ir a remolque de los hechos en vez de anticiparnos.

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