La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Arco: Ella es Puerta del Cielo

La procesión va por dentro. Y dura todo el año. Éste es el milagro de la Esperanza

El Domingo de Ramos sin Amor y Amargura, el Lunes Santo sin Cautivo y Aguas, el Martes Santo sin Candelaria, Salud y Buen Viaje y Misericordias -no se moleste nadie, nombro mis hermandades, las de los míos y las de mi barrio- los dediqué al Gran Poder. Bendita normalidad de todos los años porque estos son los días tradicionales de su besamanos y este se dispuso como siempre. Hoy, Miércoles Santo sin Buen Fin, sin misterio de las Siete Palabras y sin Cristo de Burgos; mañana, Jueves Santo sin Fundación, Victoria y Valle; y el Viernes Santo sin Jesús Nazareno, Gran Poder, Macarena, Calvario y Cachorro -sigo nombrando solo las mías y las de los míos- los dedico a la Esperanza única de los mortales. Y por la misma razón, si es que hicieran falta razones para escribir de ella: la bendita normalidad.

Pero, pueden decirme, allí es imposible que todo esté como siempre estos días. Ni Señor de la Sentencia ante la capilla de Guadalupe, ni Esperanza en esa irradiación de sí misma que es su paso, todo él -palio, manto, corona, respiraderos, candelabros de cola- Esperanza cuando la Llena de Luz lo convierte en su gloriosa ráfaga de vida resucitada, como todo si hubiera nacido -genio de Juan Manue- de su mirada valiente que mira de frente a la muerte, y la vence; de su boca entreabierta, que dice las palabras de los ángeles ante el sepulcro vacío: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?"; de sus lágrimas, que llora para hacer nacer el arco iris de su sonrisa, símbolo del pacto entre Dios y los hombres: "Cuando cubra de nubes la tierra aparecerá el arco iris y al verlo recordaré mi pacto perpetuo".

A quien me diga que allí todo no puede ser como de costumbre le respondo que en la Macarena todo empieza siempre. Desde hoy viviré como si fuera Viernes Santo a las tres de la tarde, cuando todo parece haber acabado, pero en realidad todo está empezando. Escribí una vez: "Los años nos van enseñando que la más hermosa salida de la Macarena empieza cuando entra y se cierran las puertas de la Basílica… Entonces, cuando todo parece perdido, descubrimos que todo está ganado. Y nos vamos sintiendo vivirnos ya para siempre por dentro lo que esa mañana hemos vivido, viendo a la Esperanza con los ojos del alma. La procesión va por dentro. Y dura todo el año. Este es el milagro de la Macarena. Nada acaba aquí. Todo empieza siempre". Porque allí ayer es hoy y hoy, siempre.

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