Arlindo Arez, verticalidad y belleza

Arlindo Arez capta el momento. Transita a través de sus texturas oculares para advertir el milagro, la belleza, la armonía del mundo

Arlindo Arez es una artista plástico de la región sur de Portugal. Un pintor y escultor que sueña, mientras que desliza su pincel sobre la vasta llanura del lienzo. Su trazo es vertical, incisivo, devastador. Sobre él, florece la vida y la fuerza que lo sustenta. Así ha transitado su vida a lo largo de su trayectoria, produciendo una obra coherente que ha estado palpitando entre el abstractismo, los paisajes atravesados por la incidencia de la temática energética y por la figuración como acción e intervención social.

"El híbrido natural que emana de la personalidad artística de Arlindo Arez surge de manera secuencial a lo largo de su comprometida carrera profesional, en la que prima el sentido multicultural y universal de su obra. Este artista del Algarve portugués es un constructor de imágenes en las que la identidad de nosotros converge sobre la identidad de los otros", asegura, el artista plástico y comisario de arte, Fernando Barrionuevo. En su larga trayectoria artística surge un ecosistema muy personal, en el que el sujeto, sin género identificable, nutre a sus obras. Avanza sobre la superficie de los elementos, para fijarse en la parte activa y natural que la dota de una conciencia única. Arlindo Arez plasma una obra con una marcado sesgo de la tierra y de los territorios a los que pertenece. Su carácter, la empatía, la conceptualidad y el compromiso se abre paso en cada tallaje de sus esculturas, en cada textura que cobra vida en sus cuadros. Proyecta la esencia misma primigenia del artista. Un hombre tranquilo, sosegado y reflexivo, en el que el equilibrio de las formas, de las líneas y de los colores son cruciales para establecer el diálogo que contienen sus obras, para disipar el orden desde el caos en el que el ser humano es partícipe. Para predecir el abismo al que nos llevan sus cuadros.

Arlindo Arez capta el momento. Transita a través de sus texturas oculares para advertir el milagro, la belleza, la armonía del mundo. Su expectativa en el Arte se transcribe en sus obras como la búsqueda de respuestas a las ensoñaciones complejas contra las que el ser humano lucha día a día. Son el resultado de su pugna contra el raciocinio del ser y son su reencuentro con la sustancia, con el alma, con el espíritu que subyace en la materia, que pule y que domina mediante cada uno de los embastes de su pincel, con cada uno de los combates que establece su cincel.

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