Armas políticas

Este intenso episodio migratorio de la historia de Cuba debe sus elevadas cifras al hecho de que el gobierno de Nicaragua

Hace ya casi un año leímos esta frase en un artículo del New York Times sobre las grandes protestas del pueblo cubano por la agudización de su crisis económica y la respuesta de su gobierno ante las consecuencias para su país de la pandemia Covid-19: "Todo el mundo tiene un límite". Era julio de 2021 y ese valiente pueblo ya no tenía medicamentos tan básicos como la penicilina o la aspirina y vivía entre largos, y cada vez más frecuentes, apagones e interminables colas para comprar lo poco que quedaba en sus comercios. Aquellas protestas, descritas como el mayor estallido de descontento popular contra el régimen que dirige el país desde 1959, dieron lugar a juicios masivos contra los manifestantes en los que se han pedido hasta 30 años de prisión. Y esta semana, ese mismo diario nos da noticia de lo que no deja de ser la consecuencia lógica de todo lo anterior: "Los migrantes cubanos llegan en cifras récord a EEUU a pie, no por el mar. Según altos funcionarios estadounidenses, se espera que este año lleguen cerca de 150.000". Una cifra extraordinaria que supone casi el 1,5% de la población cubana, la más envejecida de América Latina, y que nos habla solo de los que lo logran, no de los que pierden la vida en el camino. Pero, además de darnos a conocer esta tremenda tragedia humanitaria, el artículo del pasado día 3 nos hace mirar, una vez más, hacia un importante elemento de los llamados conflictos en la zona gris y que nos avergüenza como especie: la utilización de la migración como arma de los gobiernos. Y es que resulta que este intenso episodio migratorio de la historia de Cuba debe sus elevadas cifras al hecho de que el gobierno de Nicaragua, gobierno sancionado por EEUU, Reino Unido y la UE por prácticas políticas antidemocráticas y fraudulentas, ha dejado de exigir visado a los cubanos lo que les facilita la ruta de entrada a pie en EEUU a través de México y se considera internacionalmente como una forma de presionar a Biden para que elimine esas sanciones. Así, por ejemplo, se pronunciaba al respecto el presidente del "Instituto de Política Migratoria" en Washington: "Creo que estamos viendo cómo los gobiernos intentan convertir la migración en un arma porque saben que provoca trastornos políticos en los países receptores". Y así, mientras esta arma, tan antigua como la historia, que siempre encuentra hueco en el arsenal de los gobiernos autoritarios y que se ve potenciada con la miseria, la desigualdad y la inestabilidad de las sociedades, surte efecto o no, personas desesperadas que, como decía aquel cubano, habrán llegado a su límite, se enfrentarán, sea cual sea el caso y el momento, a peligrosos tránsitos controlados por bandas criminales. Como dejó escrito Cervantes, "la historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso del presente, advertencia de lo por venir."

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