Libertad Quijotesca

Asedio al Pingurucho

El Pingurucho debe permanecer donde se merece y ha de estar: la Plaza de la Constitución

Analizando con detalle el discurso empleado en los plenos de nuestro ayuntamiento para lograr sacar de nuestra plaza mayor el monumento a Los Coloraos y los árboles que lo enmarcan, llego a la desoladora conclusión de estar ante la pervivencia de los problemas educativos y culturales que ya existían en el siglo XIX en Almería y en España. El equipo de gobierno responsable de esta nefasta decisión ha demostrado que están convencidos de que la vida empieza y termina con ellos. Confunden ideología con aprendizaje, reflexión y argumentación. Pervierten el pensamiento eliminando la historia, la mitología y la leyenda. Niegan la historia porque niegan lo que podemos aprender de la historia. José Ortega y Gasset lo explico con toda claridad en España invertebrada y La rebelión de las masas: adanistas convencidos de que la historia comenzó con ellos y terminará como ellos quieran, les interese o se les antoje. Una civilización no comienza de cero. Lo que comenzó de cero fue el Proceso de Hominización, aunque me temo que la Prehistoria tampoco es del interés de nuestros ediles curules. Hay que recordarles de continuo a los políticos, de profesión políticos domesticadores de votos, que trabajan para todos los ciudadanos, y que la historia tiene un largo recorrido, no hay novedades. Asolen la plaza pues, si les place a sus mercedes, tiren el monumento ariete en mano, estéticamente les quedará más acorde con el asedio que llevan perpetrando. Sigan usándola de aparcamiento privilegiado, como ahora, sólo que con más amplitud. Claven bien las estacas del analfabetismo funcional, el sectarismo y las cadenas de las dos Españas en esa plaza sin obstáculos que pretenden imponernos. No hay mayor obstáculo para la vida que la mentira y la ignorancia. Planten, si es que pueden, parasoles de propaganda de refrescos y gaseosas de economía extractiva. Después de todo estamos en la era de la sociedad líquida que explica Zygmunt Bauman. Mientras tanto queridos lectores, no puedo dejar de pensar en aquellos hombres valientes, en sus familias, en las vidas que entregaron con generosidad para que sus contemporáneos, y todos los que vinimos después, fuéramos ciudadanos iguales ante la ley, y una nación que se conociera y respetara así misma. Traslado se llama el pretexto. 1812. El Pingurucho debe permanecer en su lugar de merecido respeto, la Plaza de la Constitución.

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