Auto de fe

La rtv pública no debe venderse a las audiencias con caras conocidas y programas ariscos de opinión majadera y corrosiva

Todo nuevo gobierno debe entrar cortando cabezas. Cabezas disimuladas, silenciosas, invisibles. Y mira que yo no me fijaba mucho pero antes de comer creo que había un programa de chicas, mujeres, féminas, señoras, señoritas y tertulianas. Dios nos libre de los tertulianos y de las tertulianas, qué peligro tienen. Porque claro, tenían más peligro que seis mujeres hablando (uy se me ha escapado un micromachismo, perdón), pero es que tenían un tufillo, uy qué tufillo, tufillo pepero, como de canal trece con misa y película del oeste, cine de barrio y teletienda. Además no se cortaban un pelo, largaban lo suyo, decían todo lo que les daba la gana. En la nueva televisión se necesita un programa de debate donde no se debata, donde a los tertulianos, en este caso llámense colaboradores, no los conozca ni dios, que el presentador sea de ph neutro, conciso, correcto, equilibrado, y sereno, no sea que la temperatura del share suba en ese tramo y la fiebre de la popularidad se nos escape de las manos, que luego se vienen arriba y nos cuestionan. Como los programas de la mañana de radio 1, perdidos entre las fieras de las otras emisoras, bostezante, muermo, como una benzodiacepina genérica prescrita por la seguridad social al televidente y radioyente votante para que se esté tranquilito en su mundo feliz. Las pulgadas son el mensaje. La rtv pública no debe venderse a las audiencias con caras conocidas y programas ariscos de opinión majadera y corrosiva. Vosotros, los buenos, los inmejorables ciudadano García y pepa de los fines de semana, no temáis, siempre que hagáis como aquel, que no os metáis en política. Así fue como la tele de siempre, la tele pública, se fue a tomar por saco y dejó la segunda como canal noble y reducto de culturismos, muy buenos, por cierto y abandonó el aguijón tocapelotas que era, por ejemplo, informe semanal, un programa de los que hacían furor y ahora está hundido en una especie de nodo descafeinado y triste. Por cierto, la ministra del gol con el temita del sindicato de prostitutas después de despacharse con los medios cogió la escopeta y le dio en todo el ojo a su directora por hacer algo que ya estaba decidido, para que aprendáis a meterme goles. Y otra ministra por el otro temita de los tatuajes en el ejército, la marina, en este caso, también sale de caza y a un vicealmirante lo echa para casa por aplicar el reglamento. De fuera vendrán.

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