Carta del Director/Luz de cobre

Ave Almeria: el optimista, el pesimista y el equilibrado

La verdad es terca como una mula y pasa porque por más que lo deseemos, el tren no surcará las vías en 2023

No salgo de mi asombro. Leo una nota del diputado socialista por Almería Indalecio Gutiérrez, con toda la pompa, el boato y la propaganda necesaria -sólo le faltó tirar cohetes, un castillo de fuegos artificiales y hacer una escapada a Alhabia o a comprar pan en el entorno de El Alquián- en la que se felicitaba porque el Boletín Oficial del Estado (BOE) recogía que el Gobierno había publicado el estudio informativo del soterramiento en la ciudad murciana de Lorca, único gran tema a resolver para el avance de la línea.

Si uno quiere ser optimista, pero de esos que pase lo que pase mantienen la sonrisa, la esperanza y la ilusión, como muy, muy pronto, estamos hablando de un lustro para que la obra estuviera terminada. Eso en el mejor de los casos. Entonces, y sólo entonces, el tren de velocidad alta podría cruzar hasta Almería y seguir rumbo a la estación de la capital.

Luego estaría el pesimista, aquel que viendo el ejercicio de propaganda, abre los ojos, pestañea dos o tres veces, enseña una pequeña mueca, una mezcla entre escepticismo, enfado y pasotismo, no sigue leyendo y piensa: "ya están estos con un intento más de convencer a incautos de que las obras, esas que esperamos como agua de mayo, obras de las de verdad, con movimientos de tierra de los de verdad, con puentes y túneles de los de verdad, avanzaran al ritmo, por ejemplo, como en su día lo hicieron las del AVE con Málaga, cuando la ministra de Fomento era Magdalena Álvarez". Pero no, va a ser que no. No pasamos de un papel lanzado a los medios y a las redes, a la caza de incautos que aún ven la botella medio llena, como el ciudadano por el que hemos comenzado. El derrotista, harto de que lo engañen desde los inicios del siglo XXI, cierra la página del periódico donde lo ha leído y con ella envuelve las tripas del pescado que acaba de limpiar y la tira a la basura, para que huela lo menos posible antes de llevarla al contenedor.

Y luego está el equilibrado, aquel que sólo cree en lo que ve. Y lo que percibe en estos tiempos de zozobra que a todos nos torturan en mayor o menor medida, es que hay, como no podía ser de otra manera, interés por parte del Gobierno en avanzar en los trabajos del AVE entre Murcia y Almería. Pero la realidad, siempre tozuda, es que pese a unos presupuestos millonarios que nos vendieron y se aprobaron, todo requiere su tiempo. Y no están las arcas para avanzar en una comunicación largamente demandada, demasiadas ocasiones paralizada y casi siempre "metida" con calzador en un zapato que va pequeño para ese pie. No nos engañemos. La verdad es terca como una mula y pasa porque hoy por hoy, por más que nos rasguemos las vestiduras, el tren de velocidad alta no llegará a Almería en 2023 y mucho me temo que tampoco en la década que estamos. Pensar otra cosa es un brindis al sol.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios