Luces y razones

Antonio Montero Alcaide y Juan Antonio Muñoz

Ave que vuela

Ave que vuela

Ave que vuela / Juan Antonio Muñoz Muñoz

La costumbre de ver los pájaros dentro de las jaulas hace bastante más llamativo este catálogo pajarero en la fachada de un hospedaje rural. Así como la contemplación de su vuelo a pocos metros del suelo, cuando al género humano solo le cabe, ante su deseo de volar, el relato de la mitología y sus lecciones sapienciales. Dédalo, padre de Ícaro, se las valió, para que ambos escaparan de la isla de Creta, donde estaban retenidos por el rey Minos, componiendo grandes alas con plumas unidas con hilos y cera. Advirtió a su hijo que no volará alto, porque el sol ablandaría la cera, pero Ícaro incurrió en la también mitológica desobediencia y calló al mar, mientras que Dédalo consiguió llegar a Sicilia, donde lloró la muerte de su vástago. Las avecillas no vuelan alto y parecen a mano de la oportunidad. Sentencia el refranero: “Ave que vuela, a la cazuela”, con el propósito de afirmar el universal avío que pueden dar las cosas. Dicho de otro modo, que todo es aprovechable, y no solo para comer. Razón por la que suelen guardarse los más diversos objetos hasta que encuentren utilidad, generalmente poco sofisticada pero tan valiosa como un apaño. Si bien, los menos metidos en años saben poco de mitos y de refranes y de pájaro en mano. 

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