Averroes en la calle las tiendas

"Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza". Averroes.

La verdad es que tuvo que irse de Córdoba porque los almohades pretendían ajusticiarle. Y en esa diatriba el mejor destino era Almería. Tenía allí a un gran conocido, Maimónides, también de Córdoba, que como él era refugiado político por causas similares. Así que tras unos días de viaje llegó a Almería y se encontró con este en la calle de las tiendas, antigua Judería. Apenas se encontraron se fundieron en un gran abrazo. Tras dejar sus pertenencias en la casa en la que vivía Maimónides se dispusieron a dar un paseo y así reflexionar sobre su próximo futuro. Averroes tenía la intención de presentar en Almería su teoría de la Doble Verdad. Entonces Maimónides, que llevaba años en esta tierra, le narró la situación cultural de la provincia. Para empezar había una cultura institucional, unos grupos que eran beneficiarios sin saber por qué de los recursos. Después había una cultura alternativa, que ambicionaba convertirse en cultura institucional. Y finalmente estaban los independientes que, sin recursos, forzaban el ingenio para existir. Con todo eso Maimónides le aseguró que no existía ningún desierto cultural en Almeria, al contrario, solo que la cultura tenía estos derroteros. Averroes frunció un poco el ceño. "¿Pero no voy a poder presentar esto?" -Dijo preocupado-. "Sí, claro. No vas a tener problema para que te cedan un local. El problema es la asistencia. Aquí no hay mucha solidaridad cultural". Averroes se inquietó un poco. "No te preocupes que yo te lo organizo" -Aseveró Manimónides-. "Pero cuéntame un poco sobre ello". "Pues esta teoría aboga por la independencia mutua de las verdades de la filosofía y la teología. Sirve para liberar a la ciencia de las trabas de la religión. Es decir, que una verdad es independiente de la otra e igual de cierta. Por ejemplo, que yo puedo decir que el poder corrompe a la cultura y al mismo tiempo lo contrario y ambas cosas pueden ser ciertas" -Añadió Averroes-. Manimónides se quedó pensativo. La verdad no se atrevía a decirle que se lo explicara otra vez. Movía la cabeza repetitivamente esperando un gesto de confirmación. No obstante, llegó al convencimiento de que el tiempo que compartieran casa, y vida cultural en Almería, nunca iban aburrirse. Así que continuaron camino hasta llegar a la esquina con la Rambla y se dejaron llevar por la brisa del mar, agradable, inspiradora.

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