La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Ayudar a los enemigos

¿Es obligado pactar la reforma de la sedición con los sediciosos condenados y para aliviar su situación penal?

Seguramente hay que reformar la tipificación de los delitos de sedición porque nuestro Código Penal los asocia con golpes e insurrecciones violentas, muy diferentes de aquella vulneración de la Constitución por parte de las autoridades de la Generalitat hace cinco años. Pero ¿es necesario que la revisión sea para aliviar las penas a sus autores? ¿Es obligado negociar el alcance de la reforma con los condenados por la última sedición sufrida en España (viene a ser como pactar con Arnaldo Otegi una hipotética rebaja de las penas por terrorismo). ¿Ha de hacerse en el mismo momento en que ERC presta su apoyo a los Presupuestos del Estado teniendo en sus filas a algunos beneficiarios de la reforma (como Oriol Junqueras, que podría acelerar su vuelta a un cargo público, o Marta Rovira, que dejaría de ser prófuga sin tener que pisar la cárcel)?

La respuesta es NO en los tres casos. La reforma bien podría encaminarse a aumentar la sanción penal a quienes se salten la Constitución, que no es una ley cualquiera, y destruyan la unidad nacional. La negociación bien podría ampliarse a todos los partidos democráticos sin limitar el debate a partidos antidemocráticos. El momento bien podría ser cualquier otro que no sea el que coincida con las necesidades y conveniencias de un gobernante en apuros. Podrían ser, y deberían ser. En los tres casos.

Llueve sobre mojado. Ha hecho muchas cosas Pedro Sánchez para beneficiar a independentistas y compañeros de viaje. Indultos aparte, se me ocurren: en septiembre aceptó la iniciativa de ERC y Bildu para que no sea delito quemar la bandera de España o injuriar al Rey, antes se suavizó el tratamiento de los desórdenes públicos y ahora el PSOE estudia una propuesta de Podemos, Bildu y ERC para crear un órgano especial independiente que fiscalice las actuaciones policiales (es decir, se convierte en sospechosa general a la Policía en vez de confiar en los mecanismos ya existentes contra el abuso policial). A esto lo llaman avances en los derechos humanos. En realidad avanza el desarme del Estado frente a sus enemigos declarados.

Hay una gran falacia que repite Sánchez con la insistencia de quien no se la cree: ¿acaso no está mejor la Cataluña de ahora que la de 2017? ¡Claro que sí! Pero no porque los independentistas s están más cómodos gracias a sus indultos y cesiones, sino porque entonces fueron derrotados por la democracia. Y aún no han levantado cabeza.

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