República de las Letras

1898

El cine es una eficaz herramienta pedagógica, aunque también un instrumento de propaganda y adoctrinamiento

Por fin veo "1898, Los últimos de Filipinas". Es de finales de 2016 y la crítica especializada se mostró entonces bastante favorable a la película. Estuvo denominada para nueve premios Goya, de los que le concedieron sólo uno, al mejor vestuario. En España no somos, en general, muy consecuentes con nuestro cine histórico, que siempre se ha visto afectado de patrioterismo, ramplonería y falta de documentación. No hay más que echar un vistazo a la reciente serie de las enfermeras en la Guerra de Melilla para darse cuenta de que lo nuestro, si no le mentimos a la gente en cuanto a las causas reales de los acontecimientos, su desarrollo y sus consecuencias, no es el cine histórico. En este caso, 1898, la factura es de calidad y, la narrativa, adecuada. Incluso se incluyen algunos casos que en su momento, y, por supuesto, en la versión franquista de 1945, se ocultaron, como la existencia de desertores. En aquel entonces el incidente de Baler, Luzón, Filipinas, sólo interesaba para realzar otros semejantes sucedidos durante la Guerra Civil, como el del Alcázar de Toledo o el del Santuario de la Cabeza. Siempre hemos sido los españoles hábiles en esa estrategia militar que consiste en encastillarnos para resistir, como lo hemos sido en la guerra de guerrillas. El cine es una herramienta pedagógica de primer orden, pero también ha constituido un eficaz instrumento de propaganda y adoctrinamiento. Los americanos lo han demostrado sobradamente: han sabido contarnos la historia de su país desde todos los ángulos y con tal insistencia que la conocemos mejor que la nuestra propia, tanto en lo que se refiere a la conquista del Oeste como a las guerras indias, la II Guerra Mundial, Vietnam, etc. Incluso se han atrevido a contarnos la nuestra con gran resultado, como en el caso de la película El Cid (1962), asesorada en su momento por Menéndez Pidal. Nuestro cine histórico, en cambio, ha estado teñido de, ya digo, intereses políticos, patrioterismo y mucha cursilería. Como siempre, la derecha no ha sabido vender su idea de país sino ocultando, tergiversando y retorciendo la realidad histórica y ofreciendo un producto final de segunda clase. Y ha acaparado símbolos, acontecimientos y personajes con el único objetivo de aleccionar sobre el momento histórico presente sin mostrar ningún interés por informar o educar sobre los momentos históricos pasados que condujeron a él.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios