Querido Paul (McCartney), a estas alturas creo que podemos tutearnos y decirnos claramente las cosas a la cara. Ya sé, ya sé, que mientras te afeitas compones veinte canciones y otras veinte en el trayecto entre tu casa y el estudio de grabación pero esa no es la cuestión, yo lo sé, tú lo sabes y todo el mundo lo sabe aunque finja todo el rato no darse cuenta. Lo que importa de esas veinte, cuarenta o doscientas cuarenta canciones que se te ocurran es cuáles son realmente buenas y cuáles, a estas alturas, son pasables para grabar otro nuevo disco. Otro nuevo disco. Realmente de los montones de discos que has grabado pocos son sólo tuyos y he ahí el quid de la cuestión. Ni comparación los que has grabado con otros compinches con los que has hecho tú, tú mismo y tú persona. Del nuevo disco (Egypt Station se llama), lo mejor es la portada, y no ironizo. Pero qué portadas más feas te gastabas, chico. Y el adelanto ese que has hecho, (Come on to me) no se me queda ni a tiros. Dónde está el mascachicle, las campanitas, el ding a ling, el estribillo, el hit, el dulce, el pasteleo sentimentaloide, no me digas, no me digas, que te has pasado al lado de los que confunden mediocridad con falta de comercialidad. Ya te lo decían tus amiguetes de antaño, cuando había una canción buena, todos nos dábamos cuenta. Y lo demás, lo dejamos por reducción al resto. Y yo pregunto a todo el mundo quién recuerda una canción tuya, de un disco tuyo en solitario desde Ebony and Ivory, pocos, nadie, ebony and de que me hablas. Y de la imagen ya ni hablamos, entre tú y Camilo Sesto ahí andáis con pelucón y traje que un día se momificará y pasaréis directamente al museo de cera sin real y figura, seréis sólo uno y eso me consta como que de la eterna juventud y el pacto con el diablo pasamos al ridículo como el que quiere ser eterno y es un anciano por muy pelo largo que se deje. Pero para que veas que no soy un amargado que ya no tiene capacidad de asimilar nada nuevo y que se hunde en lo de siempre y que, además, he escuchado tu disco, alabaré la canción I don't know, la única que me ha llegado al alma, la que si es McCartney con toda la cafeína, el azúcar y la leche con toda la nata y la lactosa. Los arpegios de piano del principio lo dicen todo. Ahí si has dado en el clavo. Y ya estás tardando en hacer un vídeo digno. Será eso que primero va lo peor y luego lo mejor. Yo tampoco lo sé.
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