Las manifestaciones que hizo la semana pasada el diputado de VOX, Javier Ortega Smith, acusando, a las 13 jóvenes republicanas conocidas como "las trece rosas", sin aportar prueba alguno de ello, de "torturar, violar y asesinar vilmente" y que, días después, mantuvo invocando su "libertad para opinar" y reclamando que "nadie imponga su forma de ver la Historia", son una provocación, una inmensa provocación, con la que, quiero pensar, solo se busca que VOX esté en nuestras conversaciones, pero es que es tanta la deslealtad que hay en esas palabras, tan indigno atribuir delitos, sin tener prueba alguna de ello, a quien ya no puede defenderse y tan escandaloso que esa deslealtad e indignidad venga de una persona que ostenta un cargo con el tratamiento de Excelentísimo Señor y sometido a un código de conducta, el "Código de Conducta de los Señores Diputados", que le obliga a "actuar con pleno acatamiento y respeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, con integridad, honradez, responsabilidad y de forma desinteresada para la consecución del interés general así como con respeto hacia los demás miembros de la Cámara y a la ciudadanía en general, y con plena transparencia en su actividad pública", que no hablar sobre este episodio resulta casi más tóxico para nuestra convivencia que el propio episodio en sí. Y es que obviar esas palabras, como si se tratase de una salida de tono más de la forma de hacer politica basada en los dictados del marketing, es obviar que, con ellas, y con independencia del recorrido judicial o disciplinario que tengan la denuncia por calumnias y provocación al odio ya presentada y las querellas anunciadas, su autor ya ha quedado revestido de una indignidad para el cargo de la misma entidad que el desprecio hacia la verdad que ha mostrado, absoluto, pues no puede representarnos quien, con su comportamiento, manda el mensaje de que, en su caso, el respeto y lealtad debida a todos cuantos representa, sea cual sea su ideología, debe pasar primero el filtro de su forma de ver la Historia. Y, lo que es aún peor, no reaccionar ante episodios como este defendiendo a la Historia de pasados que ella no nos cuenta, es crear grietas por las que puedan colarse dramáticas historias del siglo XX que encontraron, en la manipulación de la Historia y la desinformación, valiosos sustentos; Esas historias que no se deben olvidar pues, de olvidarlas o no, dependerá que sus lecciones se aprendan a través de la vida de quienes las padecieron o padeciéndolas; Esas historias en las que solo había una verdad, aunque fuese mentira, y un modo; Esas historias en las que, como escribió Orwell en su obra "1984", "la guerra es la paz". (Las "trece rosas", fueron condenadas a muerte en 1939 como responsables, junto a otras 43 personas, de un "delito de adhesión a la rebelión". Un extracto de la sentencia se puede ver en newtral.com)

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