El latinismo "mutatis mutandis", cambiando lo que haya que cambiar o haciendo los cambios necesarios, es hoy más aplicable que nunca a la actitud que deberían tener los políticos y de sus partidos. Hasta el mes de febrero de 2020 esta podía ser una legislatura singular, porque el gobierno lo encabezaba una coalición de izquierdas por primera vez en nuestra historia. Tras el COVID-19, el confinamiento y sus efectos directos en la vida cotidiana y en la economía, la legislatura ha pasado de ser singular a ser excepcional, y esperemos que única en lo que se refiere a soportar una crisis global de salud pública. La pandemia lo ha cambiado todo o casi todo. Nuestra forma de trabajar, de divertirnos, de desplazarnos o de saludar ha cambiado en 6 meses como no lo había hecho nunca en un periodo de tiempo tan corto. Si estos meses han modificado las vidas de centenares de millones de personas, cómo es posible que los políticos y los partidos sigan con las mismas actitudes y comportamientos de siempre. Si de la singularidad hemos pasado a la excepcionalidad, los planes y los programas de los gobiernos y las oposiciones, en todos los niveles, también tiene que cambiar y adaptarse a la situación asombrosa que vive la sociedad.

Esa sociedad clama hoy más que nunca porque los políticos lleguen a acuerdos. Es incomprensible que en España, el COVID-19 haya causado una ceguera que afecta a una parte importante de los líderes políticos nacionales, autonómicos y locales, de norte a sur y de este a oeste. Lo habitual es que la oposición niegue el pan y la sal a los gobiernos, y que estos desprecien y miren por encima del hombro a sus opositores. Eso hubiera sido lo previsible, máxime con una coalición de izquierdas al frente del gobierno. Pero el problema es que esas actitudes habituales en la política española, también en los tiempos del bipartidismo imperfecto, son ahora incomprensibles e irresponsables. No llegar a acuerdos presupuestarios o institucionales no debería ser una opción en los nuevos manuales de estrategia de los partidos. El acuerdo político se ha convertido en una necesidad imperiosa y trabajar los acuerdos hasta la extenuación ha dejado de ser una opción para convertirse en un deber de los políticos. De alguna manera políticos deberían darse cuenta de que el acuerdo presupuestario es necesario sí o sí.