¡A Esta Es!

Una verdadera metamorfosis social y cultural que está redundando también en la vida religiosa

Unmes de febrero visto y no visto, lunes, uno de marzo, festividad laica en la región de Andalucía, tras el dominical y cuaresmal 28 de febrero, nos adentramos camino del epílogo estacional del invierno y la llegada de la siempre esperanzadora primavera, en el que el género humano se halla hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados que progresivamente se han extendido por el universo entero con una velocidad mental de vértigo.

Los provoca el ser humano con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el género humano, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y las personas con quienes convive. Una verdadera metamorfosis social y cultural que está redundando también en la vida religiosa, sobre todo en estas fechas, que los católicos estamos viviendo, otro año, una restrictiva y telemática Cuaresma marcada con los estertores fríos de la Covid-19.

Habría que recordarle al cansino Fernando Simón, que ha metido sus morados sueños epidemiológicos en un mismo cajón, al hacer referencia despectiva al hecho que los costaleros, que sobre su cérvix caen como cruces las trabajaderas de los pasos en la Semana Santa, que son exponentes de contagios, cuando para los miles de cofrades, la Semana Santa es algo más que "meterse debajo de un paso" y de lo único que nos contagiamos bajo el hábito penitencial, que nos servirá de mortaja en la definitiva Estación de Penitencia, es de un testimonio piadoso ante el Señor de la Vida y la Esperanza, y expresión fraternal con los más necesitados.

La Semana Santa enraizada en la cultura popular de España es el periodo cumbre en el que se apela a las mismas raíces de nuestro ser cristiano. Una dimensión social de nuestra fe, un acercamiento a Dios y a los hombres por Dios, que va más allá de esas palabras con poca gracia simpática del Dr. Simón, comparando a los costaleros con las próximas concentraciones de quinientas personas.

Panem et circenses en vez de Justicia Social y huecas leyes bolcheviquizadas, ratificadas por el servilismo secesionista y de agradecidos estómagos, en vez de tener presente los ecos de las voces que sufren en el silencio de la "madrugá" su soledad franciscana: los enfermos y ancianos, los desempleados, los jubilados, los impedidos, mujeres dolorosas, hombres resignados, la juventud sin trabajo y la precariedad laboral. Paz y Bien.

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