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Nunca sospechó que un solo instante de paz pudiese proporcionar tanta felicidadY es que estoy de acuerdo con Iñigo en que Isabel Diaz Ayuso ha leído muy bien el ánimo de sus electores, de su gente

Me pareció muy acertada la reflexión de Iñigo Errejón sobre el resultado de las elecciones en Madrid. "Cuando el adversario te gana es que ha entendido algo del ánimo social que el resto hemos entendido menos ¿qué es? el optimismo, las perspectivas de futuro", le dijo a Angels Barceló en la entrevista que la cadena SER le hizo el pasado jueves. Y es que estoy de acuerdo con Iñigo en que Isabel Diaz Ayuso ha leído muy bien el ánimo de sus electores, de su gente (que es el mismo que el de la gran mayoría): un ánimo que, desde hace ya demasiado tiempo para una vida, vive rodeado de duelo, hartazgo, crisis y temor y, que si se le ocurre mirar más allá de nuestras fronteras, encuentra terribles tragedias humanas, caos y conflicto. Un ejemplo de tantos que se pueden dar, Colombia, cuyas calles, hoy, son el perfecto narrador de la triste intrahistoria de la COVID-19. Y en que Isabel Diaz Ayuso ha sabido proyectar empatía y esperanza y además lo ha hecho alejándose del negro terreno del odio hacia el que Pablo Iglesias intenta llevar toda batalla, porque es el lugar donde se maneja con la mayor de las destrezas, para ir al brillante de la libertad, si bien lo ha hecho sin importarle el perjuicio que, a la necesaria y elevada, lucha por la libertad le produce el hacerla descender hasta las eventuales limitaciones temporales surgidas de las decisiones que se tomen por parte de los gobiernos para la gestión de un hecho con implicaciones para toda la población y lo falso de identificar libertad con no injerencia, pues se puede no dejar a alguien a su suerte y seguir respetando su libertad.

Pero, además de a la buena campaña del PP, el resultado de las elecciones del pasado día 4 se debe también en gran medida, y según nos dicen los datos de votos por distritos y lo ocurrido con Ciudadanos, a una desconexión de los votantes de centro y de la clase trabajadora de la izquierda, y en especial, del PSOE. La socialdemocracia, un actor fundamental en nuestra historia y en la de Europa, en nuestro crecimiento y bienestar y en el Europa, no pasa por sus mejores momentos, es más, se encuentra en declive desde hace años, hay quien sitúa su inicio en la crisis del petróleo de 1973 con la que llegaron las tesis neoliberales que redujeron el gasto social y nos hicieron a todos clase media y, con la inestimable ayuda de los populismos, se está desdibujando, casi por completo, para demasiada gente que no odia, que respeta, que se levanta cada mañana para trabajar por un modesto sueldo, que cuanto tiene depende de su trabajo, que sueña con formar una familia y que sus hijos vivan mejor que ellos, que sabe que está a un traspiés de pasar necesidades y que necesita sentir que su contribución a lo público le será devuelta cuando él o los suyos lo necesiten. Y, por eso, hoy como siempre, el PSOE debe recordar a la ciudadanía que la socialdemocracia vino para ayudarles a hacer su camino.

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