La cuarta pared

¿Por qué?, ¿Para qué?

El coste de contar con un profesional técnico repercutido en el presupuesto total de la obra por lo general compensa la inversión

Estas son preguntas que habitualmente se hace uno al decidirse por acometer una reforma de su casa o propiedad. Cuando nos movemos en el ámbito de las obras menores (reformas interiores especialmente), la natural preocupación por el presupuesto, el alcance de la obra o los costes nos hace en ocasiones mirar con lupa y al detalle los conceptos y no de forma conjunta y global, que es la forma correcta y más segura para alcanzar el objetivo que se pretende.

¿Por qué voy a consultar a un arquitecto?, ¿Para qué lo necesito? Si yo ya tengo mi idea clara. Mi vecino tiene un amigo que hace reformas, y mi cuñado que es un lince y sabe un huevo, me va a sacar los materiales a precio de saldo.

Más allá de que un arquitecto probablemente le romperá los esquemas y de que le aportará soluciones e ideas que a buen seguro encajarán con sus necesidades, su labor trasciende este aspecto, ya que además trabajará con el objetivo de ajustar eficazmente las soluciones y sistemas. Se preocupará por la eficiencia energética, por el confort acústico y térmico o por la durabilidad de sistemas y acabados. Además efectuará un control económico y cualitativo de la contrata con el objetivo de garantizar una correcta ejecución a un precio controlado. En definitiva, velará por sus intereses frente a los de la contrata.

El coste de contar con un profesional técnico repercutido en el presupuesto global de la obra por lo general es muy menor y se compensa con creces con los beneficios que se obtienen, muchos de ellos como digo, de tipo económico curiosamente. El hándicap está en que es lo primero que se ha de pagar y se corre el riesgo de perder de vista el presupuesto objetivo.

En mi experiencia a lo largo de los años como perito judicial me ha tocado intervenir en bastantes conflictos surgidos de una intervención en el ámbito de pequeñas reformas, hechas sin control técnico, sin contrato, sin documentación y sin garantías. Además de las consabidas consecuencias de tipo económico, la infelicidad, la insatisfacción y la frustración que ocasionan los larguísimos procesos judiciales pueden acabar convirtiendo en un calvario el ilusionante camino de acometer la tan deseada reforma.

¿Quiere reformar su casa? ¿Quiere hacer obras? Llame a un buen arquitecto. Busque, pida consejo, y póngase en manos de un buen profesional. Al final seguro que le saldrá a cuenta.

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