Bailemos con ella

Quiero dedicar esta columna a una de esos rara avis de la historia que nos acaba de regalar este gris año 2022

Hay momentos que deben ser guardados en la memoria colectiva como un tesoro, otros que se convierten en brillantes estandartes por derecho de férreas y justas luchas y, excepcionalmente, unos pocos que son ambas cosas. Y hoy quiero dedicar esta columna a una de esos rara avis de la historia que nos acaba de regalar este gris año 2022: el baile al ritmo de los tambores de su tierra, de su gente, con el que Francia Márquez, la flamante vicepresidenta de Colombia, recibió la credencial que la investía como tal; el momento en el que un sonido terrenal, comunitario y reivindicativo se alzó soberanamente por encima de la alta música ceremonial utilizada para separar a aquello a lo que acompaña de lo mundano de quienes lo presencian.

Francia Márquez ha hecho historia en la política colombiana, donde por primera vez se ha conformado un gobierno de izquierdas, pero, sobre todo, ha hecho historia en el, todavía, largo camino de las mujeres hacía la total la igualdad con los hombres; porque Francia Márquez es una mujer negra, perteneciente a una minoría étnica, descendiente de esclavos, pobre, madre soltera y con una visión ecológica en uno de los países más desiguales, sometidos a tensiones medioambientales y violentos del mundo; porque Francia Márquez fue una niña que trabajó en la mina para pagarse los estudios de bachiller; porque Francia Márquez es una mujer que un día se plantó ante los estragos que grandes multinacionales y adineradas familias habían causado, y querían seguir causando, a la tierra que la vio nacer y fue su hogar hasta que, por serias amenazas de muerte, tuvo que abandonar; porque Francia Márquez es la mujer que estudió Derecho con la ayuda de familiares y trabajos de empleada doméstica para servir a su comunidad, para ser la voz exacta y legitimada legalmente de los suyos; porque Francia Márquez es la mujer que se colocó el turbante de sus ancestros y echó a andar, junto a otras 15 valientes mujeres, hacía Bogotá para decirle a su Presidente que no pensaban salir de la sala del Ministerio del Interior que se decidieron a ocupar "hasta no saquen las dos mil retroexcavadoras de minería ilegal que están a esta hora en el Cauca destruyendo el territorio" y porque, a veces, solo a veces, la inteligencia, la valentía, la humanidad y el carisma se unen con tanta intensidad en una persona que nada ni nadie se atreve a pararlo, por mucho que lo deseen y les moleste.

Así que, mujeres de todo el mundo y hombres que quieran que las mujeres vivamos la natural diferencia sin atisbo alguno de injusta desigualdad, bailemos junto Francia Márquez, celebremos el lema de su movimiento político, "soy porque somos", y brindemos por su "vivir sabroso", un vivir que nada tiene que ver con lo material sino con hacerlo "con alegría, en paz y con dignidad".

(Fuente: "Francia Márquez: de la resistencia al poder", diario digital CTXT)

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