La tapia con sifón

Bares primaverales

También proliferan los roscos fritos y las torrijas en el comercio y en los postres de la hostelería

Como la Semana Santa coincide "casualmente" con el inicio de la primavera, en estas fechas se une la eclosión de las flores con la de nuevos bares, y la invasión de las calles céntricas a cargo de las innumerables procesiones, y de la nueva hornada de quinceañeros que se incorpora al botellón y demás fastos asociados. También proliferan los roscos fritos y las torrijas en el comercio y en los postres de la hostelería. Pero no voy a hablar otra vez de roscos, sino de la copiosa cosecha de bares que acaban de abrir o están a punto de hacerlo en ese centro capitalino citado. Hace poco reabrió el antiguo Yélamos, que ahora se llama Espuma, canela y sal, con poco vino y mucha luz. Dónde estuvo el Torreluz Mediterráneo muchos años -bastantes de ellos con merecido prestigio gastronómico a cargo de Stephan Streifinger y Pedro Berrogui- han puesto un bar a la moda, o sea, con poco vino, mucha luz y nombre graciosillo: Stylo canalla. Está a punto de abrir Metropolitan, en la esquina donde estaba Pepe & el chulo (bonico nombre también); se aprecia una estética muy diferente, con sillones confortables, aunque eso sí, con iluminación de quirófano. En el hueco que dejó el Pimienta Rosa -y tras un breve y olvidable Yampazo- están montando un bar en el que tengo fundadas esperanzas, al menos en lo que se refiere al cuidado y servicio de los vinos, incluidos buenos jereces. Eso sí, nombre rarito: Brusketta.

Y hablando de vinos, esos hosteleros que sólo tienen tres o cuatro vinos, generalmente malos o muy malos, argumentan que no se pueden gastar mucho en vinos porque se estropean. Bueno, pues además de la conocida bomba de vacío, baratísima, Coravin tiene un estupendo aparatito, aun más fácil de usar porque se inserta directamente en el corcho y mantiene intacto el vino por mucho tiempo que pase entre copa y copa servida. Es carillo, 199 €, pero permite servir vinos de calidad sin perderles dinero, al revés, los aficionados lo pagan bien y lo agradecen. En fin, ya veremos, o sea, comentaremos aquí los nuevos bares, siempre que sean interesantes. O espantosamente malos, que también es justo avisar a los lectores. Como me dijo un amigo, buen conocedor del sector, cuando le pregunté por uno: no se te ocurra ni pasar por la puerta. Intentaré no ser tan cruel y, por supuesto, iré varias veces a cada uno antes de dar mi opinión.

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