Ni los bares ni los puestos del Mercado Central (en adelante la Plaza, como se ha llamado siempre en Almería) patrocinan equipos de fútbol; el titular se refiere al movimiento de negocios en la Plaza y su entorno. Ya antes de la crisis pandémica había varios puestos cerrados, y durante este año y pico han caído tres carnicerías, tres puestos de verduras y cuatro de pescado, con lo que las bajas suman diecinueve. Dos han sido ocupados por el Ayuntamiento, uno para recogida y préstamo de libros y otro para hacer demostraciones de cocina ("show cocking" según los cursis). Sin embargo, a pesar de la susodicha crisis, se están montando, al menos, cuatro bares (o restaurantes, hoy la diferencia no está tan clara como antaño) en la circunvalación del mercado. Uno, muy grande, en la esquina donde ha habido un SPAR durante décadas. Otro, en la esquina con la Rambla del Obispo Orberá donde había un negocio de fotos y fotocopias; ambos se encuentran en avanzado estado de montaje. En obras de limpieza está un tercero donde tuvo Unicaja un centro de exposiciones (CUC) y un cuarto entre la tienda de Fermín y la joyería Díaz. Está libre el antiguo local de Fermín y Don Pipo anuncia cierre. Apuesten por algún bar más.

Es el signo de los tiempos. Por mucho que se hable de la necesidad de comer mejor y más sano, la compra de alimentos frescos baja y suben la compra de comidas preparadas y el consumo en locales de hostelería. Para los que resisten: están llegando de Abrucena y Abla excelentes fresas ecológicas y cerezas más dulces y baratas que las del Valle del Jerte; los melones y sandías de nuestras "casas verdes" están este año más dulces que nunca, aparecen prietas paraguayas y los primeros albaricoques de las huertas almerienses. Por cierto, está estupendo el albaricoque "mayero", pequeñico y casi blanco, pero más dulce y jugoso que el "mirlo", que es más aparente -grande, brillante, anaranjado- porque este lo cogen verde y lo "maduran" en cámara con un poco de carburo. Pero, en fin, una considerable porción de ciudadanía prefiere tomarse un pollo "tikka masala" que ni el cocinero sabe lo que es porque él no lo hace. O una pizza cuatro quesos, en la que ninguno de los quesos es lo que dice ser. Puede que no sean ni quesos de verdad, sino una mezcla de almidón modificado, agua, grasa vegetal, suero de leche, sal y colorantes.