El negacionismo de Vox sobre la violencia machista facilita la confusión en las filas de la derecha y de la izquierda. Se ha formado un barullo notable con la decisión de la Consejería de Igualdad de dejar sin subvención a 241 de las 317 solicitudes para programas de promoción, sensibilización y debate social sobre la violencia de género. La Consejería, en manos de Ciudadanos, se defiende diciendo que la Intervención ha desaconsejado repartir los cuatro millones de subvenciones entre todos los proyectos presentados, porque lo impedían las bases de la convocatoria.

En vez de prorratear el montante total entre el conjunto de ONG, se han concentrado las ayudas en las propuestas con mejor puntuación. Las ONG replican que con las mismas bases, la misma Consejería ha repartido las subvenciones de Juventud con el prorrateo que se niega al fomento de la igualdad, combatir la violencia de género y la exclusión social de las mujeres. La Consejería aduce que se ha aumentado este capítulo pero reconoce que han cambiado los criterios. Las ONG añaden que hubo una resolución provisional de asignaciones y una vez realizado el gasto y vencido el año se aplica otra norma.

Y, como siempre en estos casos, surge la agria polémica. La izquierda ve la mano de Vox, el Gobierno andaluz invoca el cumplimiento estricto de la letra de la convocatoria. Nadie está contento. Las organizaciones perjudicadas preparan alegaciones y una manifestación el próximo jueves ante la Consejería. Y una vez más el asunto se convierte en arma arrojadiza. La politización consiste en eso. Ayer mismo Susana Díaz aprovechaba la ocasión para sobreactuar. Dijo que este episodio demuestra que hay "una derecha más salvaje que nunca contra las mujeres y contra la igualdad". Para la expresidenta se viven momento de involución, regresión y machismo. Pronunciamiento tan categórico encaja con aquella máxima de la vicepresidenta Calvo en julio, cuando aseguró que el feminismo no es de todas, sino de las que se lo han "currado" en la genealogía progresista y socialista.

Según esta teoría, todo lo que haga la coalición PP-Cs estará bajo sospecha. La Junta no puede decir que este es un problema de la burocracia, cuando ha aplicado otro criterio al reparto de ayudas en Juventud. La izquierda no puede pretender que todas las ayudas que se soliciten obtengan subvención con independencia de su valoración previa y su seguimiento. Las ONG deberían revisar sus propias estructuras: 2.300 asociaciones en Andalucía dedicadas a esta causa se antojan excesivas. Hay atomización y minifundismo en este campo. Y, especialmente, toda polémica y barullo en materia tan importante como la violencia machista es un triunfo de Vox, un partido populista que basa su rédito en el escándalo. Habría que evitarlo.

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