Carta del Director/Luz de cobre

Berlín, capital Almería

En un escaparate como Berlín no se pueden esconder las carencias del sector. Almería ha enseñado y con éxito

El viernes concluyó en Berlín Fruit Logistica. La cita berlinesa no ha defraudado a nadie. La provincia, como cada año, ha mostrado en La Messe lo mejor de nosotros. Y aunque pudiera perecer petulante por nuestra parte, lo cierto es que perpetuamos en un escenario, siempre exigente y complejo, nuestro buen hacer, alejados del conformismo y con el reto de la calidad y la exigencia como norma básica de nuestro quehacer diario. Berlín es como el gran hermano que todo lo ve, que todo lo ausculta y al que no se le pueden esconder carencias o necesidades. Aquí, en la capital europea, nadie regala nada y menos en un mundo global, en el que a poco que te descuidas pierdes comba y, con seguridad, te la pegas.

Ante un mercado tan exigente, en el que tus productos son minuciosamente observados, las empresas de Almería han pasado una vez más con nota. Y esto no quiere decir, ni mucho menos, que el trabajo esté hecho. Al contrario. A poco que te des una vuelta por los pabellones que conforman Fruit Logistica percibes cuan largo es el camino que aún nos resta por recorrer. Aunque no trato de ser modesto, ni quiero parecerlo, lo cierto es que viendo el sector con visión global nosotros aún estamos empezando. La tarea no es fácil y tampoco lo va a ser en adelante. Un mercado tan competitivo en un mundo global es complejo, pero a la vez es todo un reto para aquellos que cada mañana se acercan al invernadero para tratar de sacar de cada metro cuadrado, de cada hectárea, lo mejor de nosotros mismos.

Berlín, que en unos días también se convierte en la capital del cine es, en definitiva, un escaparate en el que se proyecta el mundo agrícola ante los ojos de los paladares más exquisitos y exigentes. Y la provincia de Almería, los hombres y mujeres que en ella habitan, hace más de medio siglo que vieron las posibilidades que había es esa proyección y cuál era el camino para sacarle todo el partido posible. Y a fe que lo hemos logrado, aunque es a partir de ahora cuando las dificultades se multiplican, cuando hay que insistir en regular, modernizar, innovar y buscar mantener la fórmula del éxito, perfeccionada, para seguir mirando desde arriba a quienes optan a nuestra plaza privilegiada, que mantenemos por méritos propios. Y en ese camino estamos. Con competidores que nos pisan los talones, con producciones cada vez más variadas en calidad y cantidad y con unos consumidores que ya no perdonan nada. Y es ahí donde nuestro buen hacer debe hacerse notar. El conformismo o la creencia de que todo está hecho se convierte en nuestro enemigo desde el momento que entendemos que somos superiores o lo hacemos mejor que los demás. Un riesgo al que cada día nos enfrentamos, la autocomplacencia, que ferias como la que ahora acaba en la capital de Europa debe servir para alejar y mantenernos vivos, innovadores, inconformistas.

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