La tapia con sifón

Berza y gamba

Las mejores que he probado esta temporada son las de El Tintero y las de Bodega Montenegro

Como dice Pepe Céspedes en uno de sus geniales monólogos, cuando un almeriense se levanta por la mañana, se asoma a la ventana y ve que está el tiempo lluvioso -cosa rara en esta tierra-, lo primero que se le ocurre es: hoy, migas. Como después de largos meses sin caer una gota hemos tenido unos cuantos días lluviosos, supongo que todos ustedes habrán comido ya varias veces migas. Si sigue lloviendo este fin de semana, para romper la monotonía pueden optar por alguna variante como la que inventó Alejandro Sánchez hace casi veinte años y que sigue siendo un "hit" en su restaurante de Roquetas: "Gamba roja de Garrucha con migas de mi abuela". El que siga haciendo las migas en casa puede recortar mucho el trabajo con el procedimiento del propio Alejandro: rehogar la harina en poco aceite a fuego suave y luego añadir el agua hirviendo con la sal. En pocos minutos estarán listas unas migas sueltas y con poca grasa. Luego le pone encima unas gambas gordas, peladas pero dejándoles la cabeza y hechas a la plancha brevemente. Ahora que para comer las gambas este finde, lo mejor es ir a Garrucha, donde se está celebrando el "I Festival gastronómico de la gamba roja de Garrucha" desde ayer y hasta mañana domingo.

Otra opción es cambiar las migas por una berza, que ya estamos en temporada. Para los que no sean de Almería aclararé que aquí la berza solo lleva berza. En el resto de Andalucía le llaman berza al conjunto de verduras que se echan en un puchero, pero nuestra olla de berza sólo lleva col blanca, un puñado de garbanzos y/o habichuelas y la matanza correspondiente: tocino, magra de cerdo, morcilla y una punta de jamón si la hay. Otra costumbre antigua (ya casi nadie la practica) es ponerle un boniato en lugar de las habituales patatas. Le da una suavidad que contrasta con el sabor intenso de la berza. Este plato es de elaboración bastante más larga que las migas, pero se puede hacer con antelación. Y, ya puestos, hacer cantidad y congelar la mitad para otra vez. Algunos bares tienen berza de tapa, aunque la mayoría son poco interesantes y, sospecho, compradas a un catering. Las mejores que he probado esta temporada son las de El Tintero y las de Bodega Montenegro. Como le echan el tiempo necesario, les sale un caldo blanco, trabado, untuoso. Y con la grasa justa.

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