NO hay que darle más vueltas. Si se desciende, habrá otro año para conseguir el ascenso, y tampoco es seguro que se baje. Por eso, ahora que se puede, lo menos que podemos hacer -todos- es echarle una mano al Almería, y lo digo yo, que normalmente he sido crítico con muchas de las decisiones y actuaciones que se han tomado desde la directiva (creando un equipo desequilibrado y austero de más); por parte del entrenador (al querer afrontar una temporada con ese equipo y con algunas decisiones erróneas); y procedentes de los jugadores, que han dejado mucho que desear en ataque (con delanteros que no han superado los 7 goles), y en defensa (con errores garrafales, sobre todo al inicio de temporada). Le doy un 6 al centro del campo, principalmente por Verza, que este año me ha ganado, y por la aparición de Corona en las últimas jornadas, pues ha vuelto a ser el que fue (Soriano tampoco ha estado mal). Dicho esto, sabiendo que es más fácil descender que permanecer, hay que aferrarse a las posibilidades y a los números y hay que recuperar las sensaciones, pues es ahí donde el equipo no da demasiados ánimos, ha cruzado partidos generadores de euforia, como ante la Real, con otros desastrosos que te destrozan las esperanzas, caso del vivido ante Osasuna. El caso es que, pese a todo, el equipo sigue a un punto de la salvación, no somos el Betis, por suerte. Hay que pensar en que se pueden ganar cuatro partidos, o incluso creer en que con tres y algún empate puede ser suficiente. Los de siempre lo saben y por eso han llenado cinco autobuses para ir al Santiago Bernabéu, independientemente de que a todo el mundo le guste estar presente en estos partidos. Allí, en definitiva, se va para darle apoyo a unos sentimientos. Habrá partidos cruciales como contra el Granada o el Celta en los que no se puede fallar. Que sí, que todavía hay vida.