La tapia con sifón

Bicarbonato

Siempre nos quedará el bicarbonato, ancestral remedio mucho más eficaz que el moderno Omeprazol

Con esta calor no está el cuerpo para alegrías gastronómicas. Ni la cabeza para imaginarlas. Si con la complicidad del aire acondicionado come y bebe uno medio normal, la realidad caliginosa le manda la digestión a tomar viento (levante mayormente). Entonces aparece la tentación de tomarse algo que ayude a digerir. Sigue vigente en muchos bares y restaurantes la costumbre de ofrecer "un digestivo"; generalmente un licor de baja calidad. Pero aunque se trate de un destilado de alta gama el resultado es igualmente contraproducente, aunque el efecto placebo puede funcionar. La costumbre no es reciente, ni la han inventado los restaurantes; orujos y otros aguardientes y licores, más o menos típicos de cada zona, han sido siempre protagonistas de las sobremesas. En la francesa Normandía tienen una tradición aun más "digestiva": se toman un calvados (aguardiente de sidra) en medio de la comida. Lo llaman "trou normand" (agujero normando), porque dicen que hace hueco en el estómago repleto. Teniendo en cuenta que "a la normanda" significa que el plato lleva nata, se siente uno inclinado a darles la razón. La verdad es que tomar un alcohol fuerte da la sensación de acelerar la digestión, pero no deja de ser una ilusión que la indigestión desmiente, con el agravante de aumentar la resaca. Lo cual no nos sirve de escarmiento para la vez siguiente. Igual que se sabe que comer y rascar todo es empezar, con el alcohol suele pasar igual, que se le calienta a uno la boca y le echa más leña al fuego. Muchas veces, después del chupito de digestivo, caen dos o tres gin-tónic o unos "whiskilitos", como decía mi inolvidable amigo Paco Celaya. No puedo presumir de ser una excepción; la semana pasada contaba aquí que me tomé una ginebra (sin tónica, eso sí) para rematar una comida más copiosa de lo habitual.

Siempre nos quedará el bicarbonato, ancestral remedio mucho más eficaz que el moderno Omeprazol. Se toma dos horas después de comer, como recomendaba Torres Muñoz, quien en un anuncio antiguo decía que era bueno para la diabetes, el reuma y la gota. Exageraba, aunque es cierto y comprobable que seca los herpes labiales en un par de días, y va bien para limpiar los dientes, entre otras virtudes. Hablo de Torres Muñoz en pasado porque dice mi boticario que ya no se hace. Ahora uso el "ia" y me va de maravilla

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